En esta nueva novela de J.V. Pascual, el autor ha querido trasladarse en el tiempo a los lejanísimos antecesores de nuestra humanidad. Ha viajado hasta el Paleolítico Superior, donde la expansión del Homo Sapiens llega, concretamente, a Europa desde África. Es en esta etapa prehistórica cuando aparece el arte rupestre, que tendrá un protagonismo importante en la narración.
El lector se ve introducido en un clan, llamado Tiznado, tribu que vive en las montañas, acampados junto a una gran cueva que les sirve de refugio en los terribles inviernos y también en situaciones de peligro. Abajo, en los valles, habitan otras tribus y otros clanes de rastreadores que no parecen tener buenas relaciones con los montañeses.
Las relaciones de los miembros de la tribu entre sí, los curiosos nombres con los que se identifican, las costumbres, las aventuras de caza con peligrosos animales que les sirven de comida, vestido y armamento…todo ello va siendo relatado al lector. Aquellos pobladores de las montañas aprovechan hasta lo más mínimo de sus trofeos de caza, como aprovechan lo que la naturaleza les ofrece: hierbas, frutos, raíces, leña para el fuego (principal defensa ante sus enemigos animales) que los calienta y los alimenta, etc.
Asimismo la narración, que comienza con la caza de una osa y sus oseznos, nos revela otra novedad de los homo sapiens: la simbología expresada en pinturas murales, así como en diversos elementos decorativos que eran usados como colgantes, tahalíes, etc. El carácter simbólico de las imágenes plasma un desarrollo de la inteligencia de aquellos antiquísimos pobladores, inteligencia que se muestra en simbologías muy precisas. Por las conversaciones que los miembros del clan mantienen entre sí, el lector puede retrotraerse milenios hasta empatizar en cierto modo con aquellos seres primitivos, que, a pesar de su primitivismo, sufren, sienten, se preocupan por la vida y por la muerte, por perpetuar la vida, recrean leyendas, regulan leyes, obligaciones, prohibiciones y tabúes.
La narración está realizada en tercera persona, pero adoptando a veces el punto de vista de unos y otros personajes, principalmente el de Ibo Huesos de Liebre, el de la vieja Agah La Cierva, matriarca del clan, y la pequeña Aún sin Nombre.
El autor explica en un prólogo las posiciones que ha tomado para escribir esta ficción, recordándonos que es tal, y que no pretende ser un texto científico sino que usa la imaginación para introducirse en el pensamiento, las emociones y la manera de ser (si eso fuera posible) de unos hombres y mujeres primitivos pero humanos, al fin.
Las aventuras y desventuras del clan Tiznado, luchando contra los feroces animales, los fenómenos de la naturaleza y los otros hombres, sus enemigos, trazan una trama interesante, en la que el lector disfrutará si participa de la mirada imaginativa del autor, y se deja llevar de su mano a milenios atrás.
Fuensanta Niñirola