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Hervé Guibert atrapa al lector en esta novela donde se expone brutalmente disfrazando su autobiografía de ficción.Como en un álbum de fotografías el relato se desarrolla por instantáneas: el ritual de irse a la cama, el agua de colonia barata que le echan en la peluquería, los cromos de los reyes de Francia que regalan con la mantequilla, las vacaciones en el mar y los tebeos, el descubrimiento de la sexualidad, la fascinación por el actor Terence Stamp y los celos del padre, la enfermedad de la madre… Las imágenes de la infancia, llenas de nostalgia, dejan paso al hastío y al rencor, pero bajo un velo de pudor se adivina una ternura no confesada, traicionada por la indiferencia y la ingratitud. Los afectos quedan reducidos a la crueldad de las palabras. Mis padres es un libro lúcido e impúdico, lleno de confesiones incómodas, crudas y carnales, pero también ávidas de ternura. «Cuando mi padre tiene veintinueve años, la misma edad que tengo hoy, cuando comienzo este relato, vive en Niza: cuenta con una consulta veterinaria, con dos caballos, con un Ford verde, con un velero y está prometido a una joven burguesa.» |
el autor Hervé GuibertHervé Guibert (1955 – 1991) en Saint-Cloud, al oeste de París. Tras pasar su infancia en el distrito 14 de la capital, se traslada a La Rochelle para cursar estudios de secundaria, es allí donde se aficiona al teatro, formando parte de una compañía. En 1973 regresa a París para el examen de ingreso en el IDHEC, la escuela francesa de cine. Su primer libro La Mort propagande lo publica en 1977, poco antes de empezar a trabajar en la sección de cultura de «Le Monde», donde escribe críticas sobre fotografía y cine. La obra de Guibert es amplia y abarca la novela, la fotografía, los guiones cinematográficos, las adaptaciones teatrales. En 1988 le diagnostican infección por VIH y en 1990 revela su seropositividad en la novela El amigo que no me salvó la vida, primera entrega de su trilogía sobre el SIDA. Gran parte de los textos de Guibert pertenecen a la autoficción y se caracterizan por una búsqueda de la simplicidad. A sus 36 años y con la enfermedad en un estado avanzado intenta suicidarse con digitalina. Dos semanas más tarde, en diciembre de 1991, muere a consecuencia de este envenenamiento. Está enterrado en la isla de Elba. |
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