Segunda novela del autor, especialista en tema griego clásico, sobre el que ha escrito diversos ensayos y publicaciones y una novela, Hellenikón, (Evohé, 2009).
Es esta una novela clasificada como histórica. Con el marco general del ascenso de Alejandro Magno y sus campañas primero griegas y luego asiáticas, la narración tiene otros protagonistas, unos reales y otros ficticios. Pero la realidad o ficción de los protagonistas no importa demasiado, porque de los que existieron, apenas hay noticia, y por tanto, son “novelables”.
Tres personajes constituyen el eje narrativo: Onesícrito, Dioxipo y Melampo. Un fabricante de flautas, un luchador de pancracio, y un adivino mántico. Y entre los tres, como un elemento catalizador, se encuentra el filósofo Diógenes. La trama que surge y les enlaza es absolutamente ficcional, pero conlleva una intriga que solo al final de la novela se desvela.
Los tres personajes vivirán una larga serie de aventuras que les llevará desde Atenas hasta el continente asiático, siguiendo los pasos y el ejército del joven rey de los macedonios. Alejandro, aspirante a rey de los persas y del mundo conocido.
De ese modo, mientras el lector se ve inmerso en los asuntos de Onesícrito y sus amigos, indirectamente se va enterando de los movimientos de Alejandro, desde que cruza el Helesponto hasta que consigue vencer al Gran Rey Darío en Gaugamela. Las grandes victorias macedónicas del joven e impulsivo Alejandro son narradas desde el punto de vista de Onesícrito, que de un modo u otro las vive. Y la batalla final, con el vuelo del águila sobre los ejércitos de ambos bandos y que –curiosamente- para cada uno simboliza la victoria.
Hay una trama oculta que solo se desvelará al final, y que mientras tanto hace parecer lo que no es, llevando al lector por pistas falsas que se aclaran en los últimos capítulos.
Alejandro siempre es presentado de lejos, o de modo ocasional, puesto que no llega a tener relación directa con los protagonistas. Onesícrito, huyendo de Caridemo, que le mira mal, se enrola en el ejército alejandrino como ayudante de Calístenes de Olinto, sobrino de Aristóteles (que a su vez fue, como es sabido, tutor del Alejandro adolescente) y que ejerce de historiador y escribiente de las hazañas alejandrinas. El robusto y gigantón Dioxipo, siguiendo a su amigo Onesícrito y con afán de protegerle, se alista en el ejército macedonio, realizando hazañas portentosas a pesar de no tener instrucción militar. Y Melampo les sigue desde una posición secundaria, más parecida a la de Diógenes, que desde su tinaja de Atenas mantiene su influencia sobre los tres.
El tono general de la narración es de comedia, más bien. Un fino humor la recorre, y el lector deberá seguir la acción con una media sonrisa, porque las situaciones que se crean la provocan. Sin embargo, la novela está trufada de interesantes pensamientos y reflexiones, reflejo de los problemas que se planteaban los griegos es esa época. Aristóteles y Diógenes, Calístenes, Eumenes y mucho más Onesícrito, largan sus parrafadas, muchas veces sin oyentes, dejando fluir sus pensamientos, en digresiones que aparcan la acción y fluyen libremente, hasta que la acción reclama de nuevo la a tención del lector.
Entretenida, histórica, pero principalmente bien urdida en su entramado de personajes, hechos históricos, costumbres, mitos y leyendas, la novela se lee bien y mantiene el interés hasta el final.
Fuensanta Niñirola