La casa del padre es una de las novelas más destacadas de este comienzo de año. Una obra en lo que ni sobra ni falta una sola palabra, una historia en la que están representados todos los hombres y todas las mujeres que conozco.
La trama nos habla de una pareja, Ismael y Josane. Él, escritor de éxito, pero incapaz de escribir una sola línea de la nueva novela en la que la editorial ha volcado todos sus intereses. Ella, antigua escritora, trabaja fuera de casa mientras él se dedica a escribir.
Sorprende que los capítulos destinados a cada uno de ellos estén escritos desde la segunda persona. La autora nos dice:
“Me da la posibilidad de acercarme a ellos, desde dentro de ellos, pero con una cierta distancia, como si ellos mismos se estuviesen viendo desde fuera, como la voz de la conciencia que les habla en segunda persona.”
Un tercer personaje es Libe, la hermana de Ismael que tras unos años promoviendo las posturas radicales en el País Vasco ahora vive en Berlín. Sus capítulos son en primera persona porque “ella habla desde sus entrañas”
Los roles de género, como se producen y se perpetúan son el argumento de esta historia. Los padres de Ismael han seguido esa tradición de la que tanto él como Josane creen verse libres. No obstante, cuando la madre de Ismael, que le trae todos los días tapers de comida, se rompe la cadera, esos roles quedan al descubierto ¿quién va a cuidar al padre con demencia? Ismael habla con su hermana para que regrese a hacerlo, mientras ella le aconseja otra vía.
Sobre esta preocupación por los papeles de género que representamos la escritora vasca nos dice:
“Cuando empiezo un libro no sé muy bien lo que quiero contar. Hay algo ahí, una preocupación que se está repitiendo y que tengo que escribirla para saber qué es. Los roles de género son una gran preocupación y vivimos en un momento cambiante de mayor visibilidad que antes.”
Es un desafío mostrar como el machismo impregna lo que somos y cómo se transmite:
“He necesitado una novela y los matices que te da la novela para acercarme al problema desde otro lugar. La ficción entra en la piel con más facilidad que hablar en general de hombres y mujeres”
La literatura es un vehículo capaz de transmitir ese mensaje y de hacer reflexionar al lector:
“La literatura es un espacio en el que aparecen las verdades. Palabras de plomo que pesan frente a las palabras de bisutería que usamos todos los días. “
Sobre si los roles de género son productos del miedo Karmele Jaio dice:
“El miedo, cada uno tiene sus miedos, todos ellos. Entre personas el miedo es uno de los grandes motores de todo lo que hacemos. La fuerza del miedo es más poderosa que el amor. Al final el miedo a no cumplir tu papel, diferente entre hombres y mujeres, es lo que mueve esta historia y la vida en general. Ismael tiene miedo a no cumplir expectativas, Jasone miedo a dañar prestigio de Ismael.”
“El machismo no se destruye sino que va mutando de año en año. Es difícil ver esa otra violencia, `cállete que tu no sabes de esto’, otras violencias que están ahí. “
El conflicto vasco y las diferentes posturas ante él también aparecen representadas en esta obra:
“Una de las formas de acercarse al conflicto vasco mejores es la literatura y no la política. La literatura da la posibilidad de que el lector entre mucho más en la historia. El conflicto vasco ha sido siempre parte del decorado, como si fuera natural, limitado y condicionado. Todo esto nos condiciona hasta lo más íntimo.”
Su lenguaje es visual, vivo, transparente:
“Quiero que el lector pueda verlo. La obligación del escritor es limpiar una ventana para que el lector pueda ver a través de ella sin ver la mano que limpia. Esto por eso que hay una sencillez buscada y trabajada. “
Una novela corta pero impactante, que golpea la conciencia del lector con una fuerza inusual. Una obrita maestra que todos, hombre y mujeres, deberíamos leer.
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