A veces, mientras veo el telediario a la hora del desayuno, me da por pensar qué será de nosotros dentro de unos años. Acabamos de cambiar de década y no sé si eso es bueno o es malo. Cuando era pequeña pensaba que el futuro sería amable con nosotros. Que los humanos aprenderíamos de nuestros errores y que solo nos depararían cosas buenas. Qué inocente era. Ahora, con el calendario metiéndonos prisa y viendo lo que veo cada mañana, ya sé que esto no va a ser así.
Y no sé si me alegra o no haberme topado con un libro cuyo espíritu es este. Su autor ha cogido esta premisa, ha visto cómo está el panorama actual, y la ha convertido en la novela de la que vengo a hablaros hoy.
Se trata de El poder cegador, y para conocer a sus protagonistas tendremos que avanzar unos cuantos años. Tampoco mucho, con unos diez será más que suficiente. En estos diez años han pasado muchísimas cosas, entre ellas, el muro ese del que tanto se habla que iba a separar México de EEUU ha sido por fin levantado. Las armas están a la orden del día, al igual que la corrupción, los crímenes y la falta de conciencia. Paul Tahn, el autor, nos lleva a Manelton, un estado ficticio cuyo gobernador es uno de nuestros protagonistas. Este gobernador es Harry Johnson y su meta es convertirse en el líder de un partido ultraconservador para terminar siendo presidente. También entra en juego su mujer, Donna, y su hijo, Eric.
Ni os imagináis la presión bajo la que vive Eric. Su padre quiere que sea un líder político igual que él, quiere que triunfe y que haga todo lo posible por conseguirlo. Qué pena que Eric sea un alma libre. Quiere volar lejos de su padre y de la política, pero no sabe cómo explicarle que él en realidad quiere ser periodista y que cuando sepa su condición sexual es probable que le dé un infarto…
Aun así, Harry va a hacer todo lo posible para conseguir sus objetivos, y ello pasa por contratar a un profesor que le explique a Eric la verdadera —según él— historia de EEUU, historia que no coincide en absoluto con lo que a ti, lector, y a mí nos explicaron en el colegio. Y es precisamente ese profesor una de las claves de la historia, ya que poco a poco iremos descubriendo muchas cosas turbias sobre él y pronto nos daremos cuenta de que oculta más de lo que aparenta y que en realidad su conciencia deja mucho que desear.
Como veis, son varios los pilares que componen este libro. El autor habla de política, guerra, desigualdad, racismo, homofobia y varios temas más, y lo hace a través de sus personajes. Ha conseguido darles una buena caracterización a cada uno de ellos para que el lector entienda a la perfección de qué pie cojean. No hace falta que el autor se posicione —tampoco debería hacerlo—, así que ha elaborado unos cuantos personajes que lo hacen por él. El lector nada más que tendrá que conocerlos para juzgar y comprender sus posturas, si es que quiere.
El poder cegador es un libro que se lee muy rápido. Está narrado en tercera persona y los diálogos abundan. Es este punto donde se enlaza mi teoría del párrafo anterior: al haber tantos diálogos, son los propios personajes los que nos cuentan lo que queremos saber. El narrador se queda bastante retraído y deja que sean ellos los que hablen y los que expliquen lo que ocurre. Sí es cierto que existe un narrador externo, pero este nada más que se dedica a darnos datos para que nos situemos. Quizás aquí es donde está el único «pero» que le encuentro a la novela, y es que siento que el narrador en algunas ocasiones está un tanto desaprovechado. Sobre todo en lo que a descripciones se refiere, ya que este, cada vez que aparece un personaje, detiene la historia para hablarnos de cómo es físicamente ese personaje en cuestión. Quizás si esas descripciones se camuflaran dentro de las acciones de los personajes, por ejemplo, el ritmo de la novela sería todavía mayor.
Y recalco el «todavía» porque, como dije antes, este es un libro que se lee muy rápido. Así que supongo que es una matización que he querido hacer y que es realmente lo único que no ha terminado de encajarme. Todo lo demás —los personajes, la trama, el conflicto, el misterio y la tensión—, están ideados en su justa medida y están muy trabajados, por lo que no creo que haya nada que reprochar al autor.
Como decía, esta novela de Paul Tahn te gustará si te van las historias donde los conflictos políticos e ideológicos son los protagonistas. Donde los personajes son tan diferentes entre sí que la tensión está más que servida, donde no podrás evitar pensar que lo que estás leyendo es un vivo reflejo de lo que nos podríamos encontrar dentro de unos años si seguimos el camino que tomamos hace un tiempo.
Y es este último punto, en lo referente a encontrar nuestro futuro retratado en unas líneas, donde el lector se dará cuenta de que difícilmente hay vuelta ago. Se sentirá tan identificado con lo que está leyendo que no podrá evitar mirar con miedo el telediario cada vez que enciende el televisor. Si es que no lo hace ya.