Los mejores comienzos de la literatura universal del 21 al 30

Los mejores comienzos de la literatura universal del 1 al 10

Los mejores comienzos de la literatura universal del 11 al 20

Los mejores comienzos de la literatura universal del 21 al 30


Los mejores comienzos de la literatura universal del 31 al 40

21- Middlesex, de Jeffrey Eugenides.


“Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica en Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974”.


22- La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.


“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.”


23- El túnel, de Ernesto Sabato.


“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y  que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”


24- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.


“2 de noviembre. He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.


25- El tambor de hojalata, de Günter Grass.


“Lo reconozco: estoy internado en un establecimiento psiquiátrico y mi enfermero me observa, casi no me quita el ojo de encima; porque en la puerta hay una mirilla, y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que a mí, que soy de ojos azules, no es capaz de calarme.”


26- Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk.


“Encuentra al hombre que me asesinó y te contaré detalladamente lo que hay en la otra vida.”


27- David Copperfield, de Charles Dickens.


“Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para empezar mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.”


28- Babbitt, de Sinclair Lewis.


“Las torres de Zenith se alzaban sobre la niebla matinal; austeras torres de acero, cemento y piedra caliza, firmes como rocas y delicadas como varillas de plata.”


29- La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.


“Yo despierto… Me despierta el contacto de ese objeto frío con el miembro. No sabía que a veces se puede orinar involuntariamente. Permanezco con los ojos cerrados. Las voces más cercanas no se escuchan. Si abro los ojos, ¿podré escucharlas?…”


30- El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers.


“En la ciudad había dos mudos, y siempre estaban juntos”

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