EL MERCENARIO QUE COLECCIONABA OBRAS DE ARTE Wendy Guerra |
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«Un poderoso retrato generacional de los incómodos nietos de la revolución. Tienen la misma estrella de lo prohibido, y lo prohibido naturalmente lleva más luz, aunque también más sufrimiento.» L. Santiago Méndez-Alpízar, EL PAÍS
Graduada en Dirección de Cine, Wendy Guerra ha recibido varios reconocimientos como el Premio Bruguera, el Premio de la Crítica de El País y el Premio Carbet des Lycéens. Su obra ha sido traducida a dieciocho idiomas. En 2010 fue nombrada Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres en Francia, y en 2016 fue elevada al título de Officier de la misma orden. En Alfaguara ha publicado Posar desnuda en La Habana, Nunca fui primera dama y, el pasado mes de febrero, El mercenario que coleccionaba obras de arte. El carismático mercenario que narra esta historia es un personaje real bajo el seudónimo de Adrián Falcón, aunque a lo largo de sus años en activo usó otros como El Parse, Garfio, Strelkinov… Tierno y diabólico, Falcón tiene ahora sesenta y tantos años y ha sobrevivido con peculiar sentido del humor a su compleja historia de vida. Y es que sufrió persecución en Estados Unidos y varios países latinoamericanos por terrorismo, fue pieza clave de casos tan escandalosos como el Irán-Contra, y operó con los cárteles colombianos para financiar acciones contrarrevolucionarias. Considerándose un «luchador por la libertad», actuó contra el mando de la Unión Soviética, el sandinismo y Fidel Castro. Aunque en su momento fue blanco del FBI, termina sus días de combate convertido en condottiero de la CIA y descreído de todo. El desencanto hace que decida luchar por su destino y encuentre una aliada en Valentina, a la que conoce en París y con quien comienza una relación de intereses; a su modo, ella es también una superviviente mercenaria. Esta obra ofrece un punto de referencia a quienes se preguntan por los enemigos que enfrentaron las izquierdas latinoamericanas y es producto de entrevistas con Falcón y de la revisión de archivos que llevó a cabo Wendy Guerra, hija del idealismo guerrillero que ha saltado la tapia para mirar del otro lado. |