En esta nueva novela corta del escritor granadino Fernando de Villena, se relata la vida de un gran poeta granadino del Siglo de Oro: Pedro Soto de Rojas (1584-1658). Poeta reconocido en su época, pasó al olvido en siglos posteriores y fue con García Lorca y otros investigadores que su obra volvió a salir a la luz.
Pero no solo recrea su vida y obra, sino que rescata también del olvido la mansión en la que el poeta creó su propio paraíso, cuando ya su ánimo solo deseaba la paz y el refugio en su placentero encierro voluntario. En el Carmen de los Mascarones, en el Albaicín, construyó tal refugio el poeta, una lujosa vivienda y siete terrazas ajardinadas, donde gorjeantes fuentes, lujuriosa vegetación, alternaban con estatuas, figuras diversas y detalles alegóricos y mitológicos creando un espacio privilegiado y gozoso para su dueño.
Soto de Rojas se codeó con los grandes poetas barrocos y culteranos, como Góngora, al cual admiraba profundamente, el conde de Villamediana y con otros genios de la literatura como Lope de Vega, Cervantes, y demás asiduos de la Academia Salvaje madrileña.
En su juventud produjo el Desengaño de amor en rimas, y De Villena lo presenta como hundido y humillado tras un fuerte fracaso amoroso. Fracaso en el sentido de que, una vez descubiertos sus amores (que eran correspondidos) la familia de la dama interviene para cortar de raíz la relación. Soto de Rojas se refugia en la poesía y produce una de sus más ardientes obras, aunque generando una aversión al genero femenino, con el que, a partir de ahí guarda las distancias, ciñéndose hábito religioso.
Tras acabar sus estudios, le es recomendado moverse por la Villa y Corte a la búsqueda de un protector que le consiga alguna prebenda. Fernando de Villena imagina lo que pudo ser la vida de este joven en el Madrid de principios del siglo diecisiete, recreando sus relaciones en la Academia y sus angustias para salir adelante con los pocos recursos de que disponía, hasta conseguir una canonjía que le devolverá a su Granada natal. Posteriormente conseguirá un puesto como abogado en el Santo Oficio, lo que le creará ciertas malevolencias y envidias.
Toda la primera parte de la novela se ocupa de la vida del poeta y de cómo construye, en sus años de madurez, la gran casa en el Albaicín rodeada de sus siete mansiones o jardines en terraza diseñados con un cuidado exquisito y con todo lujo de detalles mitológicos entre el verdor de los arrayanes, el azahar de los limoneros y el dulce olor de los jazmines. No solo creó este paraíso, sino que además lo llevó al terreno literario, recreándolo por segunda vez en su poema Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos, su obra maestra.
Curiosamente, la segunda parte del libro, también contada en primera persona, se produce posteriormente a la muerte del poeta, al que, a efectos de la ficción, el autor lo convierte en fantasma ligado a la casa, de la que no puede salir mientras sus muros se mantengan en pie. Y desde lo alto de sus tejados observa las vidas de las personas que van ocupándola. Así cuenta por medio de los distintos ocupantes de la casa y de las transformaciones que en ella se van produciendo a lo largo de los siglos, la historia española y granadina de modo ameno y sutil, hasta llegar a nuestros días donde incluso la presencia del propio autor del libro hace una breve aparición, un breve cameo para concluir la obra.
Fernando de Villena cuenta de un modo ameno y agradable las distintas vicisitudes de la vida del poeta, imaginando sus movimientos, deseos e inquietudes. Usa un lenguaje mas acorde con el siglo de Oro para la parte de la vida del poeta, y luego, poco a poco, su lenguaje se va modernizando en la segunda parte, donde paulatinamente se aleja del diecisiete y se acerca al veinte.
Cuidada edición la de Ediciones Evohé, y magnífica portada de Sandra Delgado.
Fuensanta Niñirola