Encontrar una novela seria en medio del maremágnum editorial actual resulta un verdadero desafío. Descartar entre aquellas obras que por el mero hecho de ser un famoso quien las escriba merecen toda una mesa en las librerías y las otras que por no tener editor dispuesto a invertir sus medios y su sabiduría en el esfuerzo pasan al olvido o al limbo de la autoedición se convierte en un reto para cualquier crítico que se precie.
Definir Decidir como una novela seria es quizás lo menos que se pueda decir de esta obra. Cualquier novela que obliga -en el mejor de los sentidos- al lector a observar, juzgar y ser juzgado, y, precisamente a decidirse por unas u otras opciones, a obrar como un entomólogo que observa sus animalitos para extraer pautas de comportamiento, cualquier novela así merece la pena ser leída, analizada y digerida con tiempo y esmero.
David Giner orquesta su obra basándose en lo dual. Dos son los personajes que se enfrentan en esta partida de ajedrez, Emil y Sacha. Dos son los tiempos de la trama, los noventa y la época actual. Dos los lugares, Sarajevo y Munich. Dos son las decisiones a tomar en el caso de Emil, una en cada tiempo. Y dos son los ritmos de la narración, el primero el del narrador omnisciente que desgrana la esencia de cada personaje y el segundo el de la primera persona del plural que nos envuelve sin darnos cuenta para que seamos “nosotros” y no solo Emil quien tome las decisiones.
Emil lleva décadas trabajando para el servicio de inteligencia. Allá donde se le ha necesitado ha ido. Hombre serio, de pocas palabras, entregado y abnegado en su labor, es poco más que un analista con la piel de un soldado. Es capaz de mantener sosegados sus principios en pro de un bien mayor, difuso, pero por encima de él mismo, un bien que ni juzga ni cuestiona… Salvo cuando sucedió aquello en Sarajevo. Alguien, en la locura de la guerra ha vendido muerte innecesaria para lucrarse. Ese alguien es Sacha y Emil lo sabe. Todos sus atenuantes desaparecen y su único objetivo es la eliminación de Sacha como venganza por los civiles inocentes muertos. Investiga, planea y dispone lo necesario para la muerte de Sacha, pero esa locura le arrastra al fango y al nihilismo de un objetivo en contra de su oficio. Finalmente salvado para el Servicio es capaz de rehacer su vida sin atentar contra Sacha.
Cada vez más, lo sucedido en Sarajevo le parecía a Emil algo distante, más un recuerdo de algo que le habían contado que algo que le hubiese sucedido a él, y pensaba ya casi en aquellos días en los que quiso matar a Sacha como si fueran la historia de otro, la historia de un extraño.
Pero la vida le aguarda con una vuelta de tuerca poderosa. Años después Emil encuentra su pareja en Lena, la hija de Sacha. Y aquel que fue su objeto de odio se convierte en su suegro. Apaciguados los ánimos ambos coexisten sin complicaciones. Pero ahora Sacha enferma de muerte y es, precisamente Emil quien guarda su diván de enfermedad paliativa. Obligado por quien sabe qué principios día tras día Emil acude fielmente donde su anterior enemigo se encuentra postrado. Hasta que Sacha le hace su petición final:
-Necesito matar a alguien. O, más bien, necesito que tú mates a alguien.Te lo pido a ti porque sé que tú puedes hacerlo. Te conozco. Llevo tiempo mirándote.
Decidir está contada en capítulos cortos y certeros, como un disparo en la sien del lector. David Giner sabe contar la historia de las decisiones de Emil como si fueran un thriller, ajeno a las tensiones pero in crescendo con cada nueva página. Esa determinación tenaz de envolver al lector para que tome partido sin que apenas se dé cuenta es el gran logro de esta novela. Una obra que recrea la narrativa existencialista de Sartre o la prosa bien definida de John Banville. Una novela seria que pide al lector un esfuerzo, pero que le premia con una obra que permanecerá en su memoria y sus pensamientos mucho tiempo después de haberla leído.