¿Qué serías capaz de hacer por amor? ¿Y por una profesión que amas? ¿Quéharías para preservar la memoria de los tuyos y seguir juntos?
Ana Iturgaiz se plantea todas estas preguntas en La mirada de la ausencia, un libro que nos habla
del Bilbao del XIX, de pérdidas, de reencuentros y de grandes ausencias.
Los carlistas están a las puertas de Bilbao e Inés pierde su trabajo como
planchadora. Lleva tres meses con el miedo a un nuevo asedio a la ciudad. Tiene
otras dos bocas por mantener: su abuela y su joven hermano. Desesperada, solo
encuentra una forma de conseguir el dinero que necesita: posará para Javier, un joven que trabaja como
fotógrafo familiar de la burguesía bilbaína y que se gana unas perras de más, vendiendo fotografías de
mujeres desnudas a los próceres de la ciudad. Ella será su nueva modelo.
Pero las aspiraciones de Javier son más altas, quiere retratar la realidad y se ofrece a los líderes liberales de
Bilbao para trabajar como reportero y fijar las imágenes de la batalla que se avecina: “Fotografías, eso es lo
que les ofrezco; imágenes tomadas directamente de la realidad. No una versión, no una interpretación que
la mano y las ideas de alguien haya desvirtuado, sino la verdad en toda su crudeza. Poner ante los lectores el
instante de felicidad, la desdicha o la muerte, sin dobles caras”.
La necesidad de contar lo que ocurre en el frente obliga a Javier a hacer un trato: “A cambio de alcanzar su
aspiración de ser reportero, accedía a ayudar al Ejército gubernamental. Ese era el trato. No sabía si bueno o
malo, pero era el que había aceptado. Nadie lo había obligado a trabajar como espía, nadie, aunque de
repente le pareció haber vendido su alma al diablo”.
En los mismos días, las bombas empiezan a caer sobre Bilbao, Inés pierde la buhardilla donde vivía y a su
querida abuela. Su hermano pequeño, Ignacio, se ha marchado con los carlistas, y solo encuentra refugio en
casa de Javier que únicamente piensa en ir al frente a tomar sus fotografías. Pero el miedo al futuro, la
soledad y la frustración hacen mella en los dos jóvenes que, poco a poco, se verán reflejados el uno en el
otro hasta reconocerse y hacerse amantes. Cuando esto ocurre, Inés tiene muy claro que no se quedará en
Bilbao esperando y que seguirá a Javier hasta el campo de batalla.
En La mirada de la ausencia, Ana Iturgaiz relata las peripecias de Javier e Inés en uno y otro bando del frente.
La muerte, la crueldad, el desamparo y el miedo, pero también la compasión y los pequeños momentos de
felicidad. Gracias a un trabajo de documentación exquisito, esta historiadora logra narrar cada uno de los
episodios de la tercera guerra carlista en 1874, en las cercanías de Bilbao y en las trincheras: “Yo tenía un
nudo en el estómago pero salí, como los otros.
Disparábamos cada vez que daban la orden. A distancia, entre el humo, los veía caer y me parecían muñecos
de trapo. Los cañones tronaban por encima de nuestras cabezas y dejaban agujeros en la tierra”.
A través de los pequeños detalles de la historia, la autora consigue unas imágenes vívidas y potentes, y logra imprimir una fuerza y un carácter en el personaje de Javier que sobrecogen. Un personaje que evoluciona de forma magistral a lo largo de la novela hasta conseguir encontrarse a sí mismo a través de las fotos de los
soldados muertos y de su amada Inés.
“Se había alejado de su familia para convertirse en ayudante de un fotógrafo ambulante francés que ofrecía
sus servicios allí por donde pasaba. Javier tenía poco más de diez años cuando se quedó prendado de aquello
que su padre consideraba magia y su madre brujería, mientras que para él era la puerta de entrada a un
mundo distinto al suyo, distinto y mejor, un auténtico milagro”.
El periplo de Javier corre junto al de Inés y al de la misma ciudad de Bilbao. El lector ve con perplejidad cómo
la ciudad se desmorona bajo las bombas del ejército carlista, de la misma manera que se desmorona la vida
de los dos jóvenes. Casas, iglesias, puentes, todo se hunde a su alrededor, pero ellos deben seguir con vida
para registrar todo lo que está ocurriendo. “Desde que la guerra había entrado en los hogares de la villa,
había familias completas que compartían casa y locales. El miedo se estaba instalando en la gente. Algunos
pasaban parte del día en los sótanos de los negocios, junto con otros vecinos. Y los más miedosos empezaban
a obligar a sus familiares a dormir allí con una manta colgada de una cuerda como única separación entre
hombres y mujeres”.
El instinto de seguir con vida y el amor que ha nacido entre los dos harán que consigan superar todas las
dificultades. Inés acompaña a su amado en el campo de batalla y le ayuda en su trabajo de fotógrafo, en un
momento en el que ninguno de los dos ejércitos quiere espectadores y mucho menos, mujeres. “Fotografiaré
con mi cámara la derrota del perdedor y la victoria del ganador, pero sobre todo, retrataré los horrores de la
guerra, los de uno y otro bando, y contaré también el daño que hombres como usted hacen a la política de
este país con sus manipulaciones”.
Pero mientras Javier busca inmortalizar las caras de los soldados que morirán en las siguientes horas, Inés
tiene un motivo más para estar entre todos aquellos hombres: buscar a su hermano pequeño y ponerle a
salvo en el caserío que los dos compartieron de niños y del que fueron expulsados por el hermano mayor.
Porque La mirada de la ausencia es también un libro que nos habla del amor, de las pasiones de dos jóvenes
enamorados, pero también del amor a la familia, a los vecinos que siempre se portaron bien y que no hay
que dejar ago. El amor por una ciudad, una profesión o unas tierras. Y el amor fraternal de unos hermanos
rotos por la guerra y que saben que nunca serán los mismos pero que, a pesar de todo hay que levantarse:
“Inés supo entonces que el hermano al que había encontrado no era el mismo que se había marchado de
Bilbao. En apenas veinte días había dejado de ser un muchacho y se había convertido en un hombre
aterrorizado ante sus propias acciones.
Lo que no tenía claro era si también habría pensado en que después de caer no quedaba otro remedio que
levantarse y seguir viviendo”.
Ana Iturgaiz consigue relatar todas estas formas de amor a través de gestos, ausencias, paisajes y
determinaciones. Como la de Javier cuando resuelve que él y sus cámaras están ahí para rendir homenaje a
los muertos, con la convicción de “mostrar al mundo que aquella contienda era contra natura. Miles de
inocentes matándose entre sí para colmar la vanidad de algunos y el orgullo de otros. ¿Para conseguir qué?
Que los cadáveres reposen en tierra extraña y la miseria y la tristeza se apoderen de sus mujeres e hijos.
Muchos de ellos ni tendrán una imagen del padre o del marido y no podrán recordarlos pasados los años”.
La mirada de la ausencia es una novela que relata de manera exquisita y con rigor una parte de la historia de
España, una guerra fratricida que llevó a vecinos, primos y hermanos a enfrentarse. También es una historia
de amor apasionado entre Javier e Inés; un relato de redención y una novela de esperanza y reencuentros.
Ana Iturgaiz demuestra que maneja de forma brillante no solo la novela romántica, sino también la narración
histórica, en una novela compleja llena de tramas, matices y nuevos descubrimientos.
LA AUTORA
Ana Iturgaiz (Getxo, 1965) es historiadora y escritora. En 2010 quedó finalista del
II Premio de Novela Romántica convocado por Vergara.