UN DOMINGO EN EL CAMPOPIERRE BOSTUna delicada joya impresionista —llena de encanto y con un toque En 1945 se publicó por primera vez esta delicada joya casi impresionista, pero que va mucho más allá, y como en una apacible conversación de paseo dominical, se interesa por aquello que Camus llamó «la pasión del corazón humano». Monsieur Ladmiral, un anciano pintor de éxito, aunque algo convencional, se establece en las afueras de París, donde su hijo Gonzague lo visita con su familia cada domingo. Como en casi todas las reuniones familiares, se come, se bebe, se charla… y se «callan cosas». Todo es como siempre ha sido, hasta que Irène, la hija adorada, aparece por sorpresa. Mientras que Gonzague lleva una vida aburrida de clase media, Irène —una mujer liberada y sociable, que rara vez visita a su padre— es, en buena medida, un secreto para todos. En esta exquisita novela de Pierre Bost, rebosante de un humor sutil y una inteligente levedad, un domingo en familia se convierte en una cascada de emociones no dichas, un fulgurante retrato de la vida familiar poco antes del estallido de la Gran Guerra. En realidad, como lo será siempre. «Su mujer había acostumbrado al señor Ladmiral, tiempo atrás, a una técnica de la discusión muy erudita y precisa: minuciosa, exhaustiva, casi opulenta a fuerza de hallazgos y ornamentación; un arte de la riña un tanto anticuado quizá, pero señorial, cuidado, y no exento de estilo. Ninguno de sus hijos había heredado el don materno, y el señor Ladmiral, al enviudar, se había sentido muy solo». Traducción de Regina López Muñoz
|