En 1960 Edna O’Brien trabajaba como farmacéutica cuando publicó su primera novela: Chicas del campo. Esta primera obra le proporcionó fama mundial, tanto por su calidad literaria como por reivindicar la independencia de las mujeres en un ambiente hostil. Dos años después apareció La chica de ojos verdes en la cual continuaba la historia de sus dos protagonistas de la primera obra. Ahora Errata Naturae culmina la trilogía publicando Chicas felizmente casadas escrita en 1964. Todas ellas puedes leerse independientemente, aunque leerse las tres es lo ideal. Se empiece por cualquiera de ellos el lector querrá buscar los otros gracias al buen hacer literario de la autora irlandesa.
Resumiendo las tres la editorial sintetiza: A mitad de los años cincuenta del siglo pasado, Kate y Baba, dos amigas tan distintas como complementarias, vivieron su infancia en los bellos paisajes rurales de la Irlanda profunda, rodeadas de un sinfín de personajes, algunos entrañables y otros maravillosamente detestables. Tras pasar por un internado y dejar ago a sus singulares familias, se instalaron en Dublín y se abalanzaron sobre el amor en todas sus formas conocidas, no todas «convenientes», desde luego, y no siempre con fortuna… Pero han pasado los años, e Irlanda y los años de juventud quedan lejos. Ambas, casadas finalmente, viven en Londres: Kate, ya madre, con su gran amor de Dublín; Baba, con un ostentoso constructor (sí, un nuevo rico) que le ofrece la vida de comodidades y lujos a la que siempre aspiró. Dos mujeres aún jóvenes e impetuosas, dos hombres definitivamente maduros.
Este es el marco de circunstancias en el que nace Chicas felizmente casadas. Allí Kate y Baba verán peligrar y naufragar sus matrimonios, víctimas de las locuras de una y de otra. Su amistad de décadas seguirá mantenimiento a ambas y sus destinos isiguientericablemente unidos, apoyándose y dándose consejos y ánimos, sacando fuerzas de cualquier sitio. Sin embargo pese a parecer un drama (realmente es un drama) es una novela casi de humor. Más que humor británico es humor negro, ácido y sarcástico, que las protagonistas aplican primero contra sí mismas y después contra todo bicho viviente. Desde la inocencia de una y la soltura de otra, las dos irán encajando los golpes hasta llegar “hasta un maravilloso epílogo, tan real, según los tópicos, como la vida misma.”
Edna O’Brien está considerada como la mejor escritora irlandesa viva. Su visión certera y precisa de una Irlanda cambiante y mágica, y su manera de retratar a sus personajes hacen de ella una escritora única en las letras contemporáneas. Después de cerrar esta trilogía hubo un segundo período en su producción narrativa viene marcado por sus dos mayores éxitos literarios, constituidos por las novelas Noche (1972) y Tiempo y marea (1975). En la primera de ellas, Edna O’Brien reconstruyó el impresionante soliloquio de una mujer durante una noche de insomnio; en Tiempo y marea, reflejó en un denso texto las sensaciones experimentadas durante un viaje alucinógeno producido por la ingestión de LSD.
En una tercera etapa de su trayectoria literaria, Edna O’Brien evolucionó desde la narrativa extensa hasta el relato breve, género que se adaptaba a su estilo mucho mejor que la novela. Al mismo tiempo, su constante recurso a la evocación y a la explotación de los recuerdos (presente ya en sus obras anteriores) se intensificó ahora de manera palpable, sobre todo en sus recopilaciones de cuentos tituladas La señora Reinhardt y otros relatos (1978), Regreso (1982) y Diapositivas (1990).