El autor debía de tener aproximadamente la edad de Anton Steenwijk, el protagonista de esta narración. No necesariamente ha de ser una historia vivida por él, aunque lo que Mulisch sí vivió a esa edad fue la guerra. Y probablemente situaciones semejantes pudieron ser observadas con sus ojos o escuchadas a alguien. A los doce años es una edad en la que la realidad y la ficción se funden, el sueño y la vigilia se trasponen, y las nociones sobre la vida son frágiles y vaporosas. La vida y la muerte son percibidas de un modo irreal, como si una y otra pudieran intercambiarse.
La acción de esta novela tiene un prólogo y cinco episodios, (cada uno en años o décadas distintas). En el prólogo, el autor sitúa al protagonista, su familia y sus vecinos, describe las casas de la calle de Haarlem, la ciudad holandesa donde la escena principal va a El primer y dramático episodio tiene lugar a finales de la guerra, en 1945. La familia (padres e hijos: Anton y su hermano Peter) está reunida en la misma habitación, tratando de defenderse del frío y el hambre jugando al parchís antes de irse a dormir. En la calle suenan unos disparos y por la ventana ven que un hombre cae de su bicicleta y yace en el suelo. El horror, el miedo, paraliza a unos y enardece a otros. Pero lo más terrible es que alguien está arrastrando al cadáver para dejarlo delante de la casa familiar de los Steenwijk. A partir de este momento, se desencadena el infierno. Todo lo que ocurrirá esa noche al adolescente Anton, se moverá entre la ficción y la realidad, la vigilia y el sueño. Trasladado de un sitio a otro, cortadas las amarras de la cotidianeidad, de mano en mano y muerto de frío, hambre y miedo, Anton vive las más terribles horas de su corta vida.
Este episodio va a determinar los cuatro siguientes, puesto que a lo largo de su vida, Anton va a ir rememorando, a veces por iniciativa propia, generalmente por azar, los sucesos de aquella terrible noche.
Y en cada remembranza los sucesos van adquiriendo un cariz distinto al que creía recordar. Los protagonistas de la fatídica noche tenían sus razones para explicar o incluso justificar los hechos. Al final del primer episodio, pasados ya algunos años, un joven y espigado Anton vuelve a Haarlem y sus pasos le llevan al lugar de los hechos, donde habla con unos vecinos que aun viven en la casa de al lado. Esto causa una gran perturbación en el joven que lo único que quiere es olvidar.
En 1956, aun estudiante en Amsterdam, tiene un encuentro casual con el hijo del hombre asesinado. “Nunca más se había acordado de él, -dice el narrador- pero claro, entre tanto, también él había seguido viviendo. También él seguía en este mundo.” En 1966, médico, casado y con una hijita, también de modo casual, coincide en un funeral con un viejo camarada de su suegro,… que resulta ser el que disparó al hombre aquella noche. La conversación, primero azarosa y más adelante, reiniciada, aporta otros datos a los recuerdos, añadiendo en Anton desazón y una inesperada angustia.
En 1981 tiene lugar el último episodio, Anton cuarentón, con dos hijos de distintos matrimonios, una vida más complicada y sin embargo, aun sufriendo ataques de pánico o ansiedad inexplicables. En medio de una gran manifestación antinuclear se encuentra a una madura mujer que le reconoce como su vecino aquella terrorífica noche. Y entre lágrimas de culpabilidad y emoción, relata a Anton la otra versión, la versión desconocida que explicaba lo que no había podido entender de todo aquello. O quizás lo que había malentendido.
“Pero ¿qué importa? –nos dice el narrador- Todo ha quedado relegado en el olvido. Los gritos se desvanecen, las olas se apaciguan, las calles se quedan vacías y todo recobra su quietud y silencio.”
En suma una narración sobre la memoria y el olvido, sobre la violencia y la guerra, la valentía o la cobardía, sobre los distintos puntos de vista de un mismo hecho y cómo este afecta o puede afectar a la vida de una persona, a lo largo de muchos años.