A partir de 1999 el escritor irlandés John Connolly comenzó a contar las historias del detective privado Charlie Parker, un hombre muy afectado por las pérdidas personales, especialmente por los crueles asesinatos de su mujer y de su pequeña hija. Parker, lo sabrá el lector, pero no así quienes contratan sus servicios y, en general, la mayoría de quienes se relacionan con él, libra en realidad una intensa batalla contra una cohorte de ángeles caídos. Lucha contra las fuerzas del Mal.
La habilidad de Parker radicó, en los once casos que conocimos con anterioridad, en presentar sus investigaciones como hechos policiales, terribles más de uno, pero –digamos así- verificables, fáciles de interpretar y, al mismo tiempo, pudo ir librando sus batallas metafísicas (que llegan a desesperarlo, porque a cada rato debe dar manotazos en la oscuridad, o en el agua, mientras intentan ahogarlo), de la que tienen información contadas personas.
Ha sido también la habilidad de Connolly. Vale decir por una parte narrar historias propias del policial negro, y al mismo tiempo ortodoxa, y en simultáneo sumergir al lector en el mundo de lo gótico, en el que los seres oscuros, difícilmente humanos, juegan sus juegos de horror y venganza.
Pero, esa forma de narrar ha sido dejada de lado en “La ira de los ángeles”, hasta ahora la última historia del detective Parker, puesto que la búsqueda de un avión perdido de inmediato sumerge al protagonista y a muchos otros personajes en una lucha “cuerpo a cuerpo” contra seres sobrenaturales, demoníacos y terribles.
El Coleccionista
Parker no es una persona normal, o corriente, y bien lo sabe. Está atravesado por la desdicha, por ciertos deseos difusos de venganza (dado que no tiene claro hacia quién dirigirlos) y mucha rabia. Lucha contra las sombras y no sabe bien a qué atenerse, por qué le pasan las cosas que le ocurren.
Alguien alguna vez le dijo: “No me gusta estar cerca de usted. Usted forma parte de un plan del que yo no sé nada. Está condenado a un ajuste de cuentas que le costará la vida, a usted y a unos cuantos que se encuentran a su lado. Tiene los días contados y no deseo estar cerca de usted cuando caiga”. Ese alguien es el Coleccionista, un ser vengativo que asesina a quienes delinquen. Es un personaje significativo, que ha ido cobrando cada vez más relevancia en las historias de Connolly/Parker y que tiene notable incidencia en “La ira de los ángeles”.
En la novela, publicada en inglés dos años ago, Parker es contratado por Marielle Vetters, la hija de un hombre (Harlan Vetters) que ha fallecido recientemente, para que encuentre un avión que su padre –un día que con amigo cazaba furtivamente- encontró en medio de un bosque frondoso, al norte de Maine (estado en el que transcurren las historias del detective).
De inmediato, Parker comprende que hay un algo más, puesto que junto a los restos del avión (en el que no había cadáveres) se hallaban papeles y una lista de nombres que tendrá alta significación en la historia. A partir de allí se librará una nueva lucha, esta vez entre Parker y sus escasos aliados y una serie de seres demoníacos, para obtener esa lista que supondrá nuevas muertes, nuevos episodios dantescos.
Entre el odio y el amor
En la novela, Parker debe antagonizar con antiguos y horribles enemigos, como Brightwell (a quien Parker mató en un episodio anterior, pero…) y nuevos, como la tozuda y cruel Darina Flores (y su espantoso pequeño hijo, que es algo más que su hijo), Malfas, habitante accidental del bosque y la propia niña que vive en la espesura aguardando un amigo…
De una u otra manera, todos ellos (y algunos otros) resultan obstáculos para que el detective llegue al avión y a la lista, así como para que logre dilucidar otros enigmas que se plantean en el relato. Aunque el detective tiene también sus defensores, especialmente sus guardaespaldas Louis y Ángel, letales como pocos.
El rabino Epstein, personaje que también fuera conocido en anteriores historias, reaparece acá, desconfiando como nunca antes de Parker, especialmente en relación a su verdadero origen y a sus reales intenciones. Pero el detective logra desentrañar los diversos interrogantes que plantea la ficción, aunque muchas preguntas, muchas intrigas, quedarán
flotando y el lector sabe que la historia continuará, y que Parker seguirá sin poder salir de esos umbríos territorios en los que, para su desdicha, suele moverse, porque, como bien se indica, “conoce bien la naturaleza del Mal que intenta imponerse en el mundo”.
Hola!
Me encanta la saga de Charlie Parker, hace un año me di un atracón de sus novelas y leí las cuatro primeras (Todo lo que muere, El poder de las tinieblas, Perfil asesino y El camino blanco) de una tirada, la verdad es que no recuerdo si llegué a leer El ángel negro pero sí leí Malvados que no pertenece a la saga pero donde Parker hacía un pequeño cameo. Al final, como era de esperar, me acabé saturando y opté por otros tipos de lecturas más “amables”.
Sin duda volveré a retomar esta saga con las aventuras (y desventuras) de este gran personaje, un saludo!