Con La herencia (ed. Plaza & Janés, 2014) John Grisham recupera los personajes de su primera novela, Tiempo de Matar, para ofrecernos un thriller judicial apasionante, con una trama que recuerda en su planteamiento inicial a El testamento, en mi opinión la mejor novela de Grisham
John Grisham es, sin duda, el maestro del thriller judicial, con una exitosa carrera literaria que comenzó en 1987 con Tiempo de Matar, una historia dura, impactante, con unos personajes que ahora el autor vuelve a retomar para ofrecernos nuevamente un intenso thriller que confirma las palabras del New York Times sobre Grisham: “es el mejor narrador que tenemos en Estados Unidos hoy en día”.
El autor vuelve a demostrar su maestría para construir tramas apasionantes, con originales planteamientos que sitúan a los personajes en complejas encrucijadas, que le sirven para describir el funcionamiento del sistema judicial americano, señalar sus lagunas y también denunciar injusticias sociales y adentrarse en terrenos morales que sacuden la conciencia del lector.
En esta ocasión, la novela comienza de forma potente, ofreciéndonos un atractivo argumento que engancha desde el principio. El millonario Seth Hubbard, enfermo de cáncer terminal, se suicida ahorcándose de un árbol. Antes de morir, redacta un testamento escrito a mano, en el que excluye a sus dos hijos, a sus nietos y a sus ex esposas, dejando la mayor parte de la herencia a su sirvienta negra.
Estamos en octubre de 1988, han pasado tres años desde la absolución de Carl Lee Hailey, el complejo caso que sacudió la localidad de Clanton y en el que joven abogado Jake Brigance lo había arriesgado todo por defender a su cliente negro, en un contexto racista que lo complicó todo hasta el punto de perder su casa en un incendio provocado y poner en riesgo su vida y la de esposa e hija pequeña.
Su sueño de ser un gran abogado penalista parecía que se iba a cumplir después de ganar el caso, pero los tres años siguientes habían sido menos prósperos de lo que Jake y su esposa esperaban. El despacho estaba repleto de casos menores, pero su ambición seguía intacta y esperaba una oportunidad para conseguir triunfar. Y parece que ésta, por fin, hanía llegado. Una carta enviada por Seth Hubbard antes de suicidarse le propone ser el abogado encargado de proteger el testamento y defender que se cumpla su última voluntad.
Jake se encuentra ante lo que puede ser el caso de su vida, “un hombre blanco con dinero, un testamento de última hora que se lo dejaba todo a una mujer negra por quien evidentemente sentía un gran cariño, un pleito a muerte ante un jurado”. Y él, situado en el ojo del huracán. ¿Qué más podía pedir?
Seth le anticipa que va a ser una lucha sin cuartel, pero Jake no puede imaginar hasta qué punto va a tener que fajarse en un caso que despierta el instinto cazador de varios tiburones al acecho de la fortuna del millonario fallecido. La codicia y la ambición serán el motor de una serie de personajes que pondrán todo tipo de obstáculos para que el testamento sea anulado.
Poco a poco iremos conociendo a los diferentes contendientes en una batalla jurídica sin precedentes en el condado: la peculiar familia de Seth; sus abogados, sin escrúpulos, poderosos, dispuestos a todo por defender a sus clientes; un bufete de abogados negros expertos en provocar conflictos raciales; un ex fiscal resentido; un albacea con muchas reticencias; un periodista dispuesto a enredar; y la propia familia de la sirvienta favorecida por el testamento, cuyas problemáticas y movimientos no harán sino complicarlo todo.
Jake tiene también otros problemas que enfrentar derivados del caso anterior. Los que le atacaron están a punto de salir en libertad y la mayoría de los que participaron en las amenazas y altercados, siguen libres. Todo parece volverse en su contra en un juicio que despierta los peores instintos de la naturaleza humana. Pero Jake también contará con ayuda de personajes que ya aparecieron en la anterior novela: Ozzie Walls, uno de los dos sherrifs negros de Missisipi; su amigo Harry Rex, abogado experto en divorcios, acostumbrado a nadar en el fango y a las guerras de trincheras; Lucien Wilbanks, cuyos problemas de alcoholismo no han terminado, pero que ya ha puede solicitar el reingreso en el colegio de abogados y que se muestra entusiasmado por el caso, dispuesto a implicarse, algo que Jake no ve con buenos ojos.
Otros personajes también serán cruciales en el caso como un juez “abierto, tolerante y ecuánime”, la lúcida hija de la sirvienta que se convertirá en su eficaz ayudante o el hermano de Seth, también beneficiario de una parte menor del testamento y del que se había perdido el rastro hacía tiempo. Todos ellos forman parte de un complejo caso en el que la línea entre los buenos y los malos cada vez será más difusa y donde Jake no solo tendrá que superar todos los obstáculos que los oponentes le pondrán en el camino sino que tendrá que sumergirse en el misterioso pasado de Seth y averiguar las razones por las que decidió cambiar el testamento a última hora de forma tan sorprendente.
Y estos son los atractivos ingredientes de una trama apasionante, narrada de forma muy ágil, con giros y revelaciones, además de un sutil ingrediente extra, que puede pasar desapercibido en un episodio secundario, pero que enlaza con la trama de venganza de la novela anterior: el poder redentor del perdón.