“Daniel vio que [Katherine] tenía el maquillaje corrido y una burbuja de moco en la nariz. Por algún tiempo, le había parecido imposible sentirse más a disgusto consigo mismo de lo que ya se sentía. En ese momento comprendió que estaba equivocado. Era posible. Aún quedaban continentes enteros de vergüenza y odio de sí mismo por explorar”. Idiopatía (Siruela, 2014), la primera novela de Sam Byers (Norwich, Inglaterra, 1979), es una meditación sobre el paso del tiempo, la memoria y el arrepentimiento.
Los personajes de Idiopatía, se cuestionan la veracidad de sus recuerdos: “Me acuerdo de una vez… – dijo Keith, cuando terminaron, apoyándose en el coche al lado de Katherine, mientras fumaban y esperaban a que se les pasara el dolor -: ¿Qué iba a decir? A la mierda, se me ha olvidado.” El acto de revisitar el pasado reta sus creencias básicas sobre la causalidad, la responsabilidad y la cadena de eventos que componen el sentido de lo que somos: “De un tiempo a esta parte, como si inconscientemente hubiese agotado el catálogo de dolencias leves aunque persistentes, los recuerdos [de Daniel] habían empezado a ir acompañados de acuciantes y repentinos temores”.
Daniel y Nathan se resignan a su cotidianeidad, incluso se muestran satisfechos con ella. Katherine ha conseguido un puesto de trabajo, pero no tiene pareja: “La sensación de conexión con los demás no era para Katherine distinta de la rebeca de cachemira o del novio anhelado. Lo deseaba con locura: se acercaba; se sentía ligeramente abierta al exterior, y entonces reculaba, convencida de que la felicidad buscada era ahora una responsabilidad de la que tenía que hacerse cargo (…) mediante una serie de pequeños ajustes que, según los hacía, erosionaban gradualmente su esencia”.
Los tres parecen aceptar su propia decadencia. Nathan experimenta su primera muerte: la de la posibilidad de cambio. Katherine se muestra invariablemente incisiva. Daniel, su expareja, convierte en el propósito de su vida el reconciliarse con su pérdida: “Pensó en Katherine. Era incapaz de pensar en ella en su totalidad. Necesitaba descomponerla en piezas manejables. Antes pensaba que tenía que hacer todo eso porque Katherine era Katherine. Ahora sabía que eso no era verdad (…) No podía, o no sabía, pensar en el todo”.
La “idiopatía” o extraña epidemia del ganado actúa a modo de metáfora de la lenta erosión de los personajes. Esta anécdota, sin embargo, palidece al lado de la fuerza emocional de la re-evaluación que los personajes hacen de sí mismos. La traducción de Catalina Martínez Muñoz (Madrid, 1961) consigue reproducir la coloración de la realidad cotidiana de Byers, sin sacrificar nada de su vívida precisión y patetismo irónico.
Idiopatía es ficción y no ficción, incluso en su forma más lúdica. La mutabilidad de la memoria está en el corazón de la trama. Novela corta que contiene a su vez muchas novelas, el libro de Byers aborda con característico desenfado el sexo, la inhibición y el remordimiento. Novela sobre la escritura de novelas, se ocupa de la forma en que editamos y borramos nuestros recuerdos. De forma rápida y vertiginosa, la historia da un vuelco, se vuelve oscura y en última instancia, impactante. Retrato de la represión en una época, la actual, que se supone libre de represiones. Metáfora del silencio escrita con palabras. Obsesionada con la evidencia – la verificación de la memoria subjetiva – lo más profundo de Katherine resulta ser algo olvidado pero irrefutable que ha mantenido en secreto durante treinta años.
Master en Escritura Creativa por la Universidad de East Anglia, los escritos de Sam Byers han aparecido en Granta y The New York Times. Crítico del Times Literary Supplement, Byers ha escrito un libro hábilmente trazado y concebido, lleno de visión sombría. Con sus patrones y repeticiones, al escrutar su propio funcionamiento desde todos los ángulos posibles, Idiopatía privilegia lo desconocido y tácito, lo que se encuentra perdido en la memoria, y lo hace respetando su contradicción.