Por lo tanto, el argumento de la novela se me antoja como una versión heavy y bastante libre de “El apartamento” de Billy Wilder, es decir, la odisea de dos perdedores, que se conocen en una empresa, sin pelos en la lengua, que viven una historia de “amor” (auto)destructiva -aunque en realidad Bruno es quien está enamorado de Jimmi y no al contrario- en la que están presente el alcohol, las drogas, el dinero malgastado y el sexo sin tapujos. En ese sentido, la sombra del gran Bukowski (y de otros autores del “realismo sucio”) es alargada, pero no sólo por narrar tramas similares sino también por el lenguaje soez, bronco y aspero que se utiliza, la manera tan ágil de narrar y por intentar mostrar una poética de lo cutre y de lo feo, extrayendo la cara oscura del sueño americano, que en mi caso me resulta de lo más motivadora y atractiva. Pero es que además tiene ritmo, agilidad, es divertida, entretenida y deja huella.
La vida no es como aparece en muchas novelas ni las historias de amor tampoco, sino como se nos muestra en Mooch: nos levantamos todas las mañanas para ir a trabajar en un oficio que no nos llena nada y que sólo realizamos lo mejor posible pero siempre por dinero – dinero que malgastamos deprisa –; utilizamos medios de evasión (no sólo sexo, drogas o alcohol, la gama es mucho más amplia) que nos sirvan para escapar de una realidad que no nos gusta; vivimos una relación sentimental o nos enamoramos de una persona que sabemos perfectamente que nos conviene y sin embargo, nos empecinamos en ello hasta que nos pegamos el gran batacazo, como le sucede al protagonista de esta magnífica y agridulce novela en la que, pese a todo, se nos ofrece un pequeño rinconcito a la esperanza; esperanza que está presente sobre todo cuando se nos descubre que las fronteras entre ganar y perder con frecuencia no están del todo bien delimitadas.
JOSEPH B MACGREGOR
Your place is valueble for me. Thanks!
michael kors bags outlet