La revolución ha sido, a lo largo de la historia, la manifestación de los hombres libres, la expresión pública en favor de la defensa de su dignidad. Pues bien, acaso tengamos aquí el ejemplo vivo de la necesidad de una revolución, de nuevo, en pro de la defensa de lo genuino como identidad: del paisaje propio, de la cultura propia, de los medios de sustento propios. Y la lucha no es contra un hombre o una institución, la lucha es contra el perverso sistema (llámese capitalismo o colonización o lo que fuere) que ha dotado al dinero de la capacidad de hacerse propietario -por esa fuerza del poder que se le atribuye- de cuanto ofrezca perspectivas de un rendimiento mayor en defensa del incremento de sus propios intereses, siempre (o casi siempre, según su destino) espurios. Es el caso del acoso a que la China está sometiendo a tantos pueblos pobres de los distintos continentes.
Es terrible y sangrante la fórmula para la convicción, a base de baratas soflamas mentirosas, tal como se recoge aquí en el inicio de algunos capítulos: “Si el agua es demasiado clara –transparente para exponer la verdad- no atrapas ningún pez” p. 123. Y no se refiere a los peces envenenados, no. O ese otro maximalismo ramplón e hipócrita: “La amistad entre China y Mozambique se impondrá como el cielo y la tierra” ¿Habría que preguntar: ¿y quién la impondrá?, ¿y cómo la impondrá?
Este libro recuerda aquel título duro y claro de un poeta social español: ‘Redoble de conciencia’ Eso es lo que se necesita: despertar y avivar la conciencia –la cultura siempre habrá de ser el soporte de nuestra libertad- para ahuyentar la sombra mezquina del poder del dinero chino que se está haciendo con las tierras y el agua y la cosecha en África y Latinoamérica fundamentalmente (continentes esencialmente pobres, incultos) ¿Y para qué? Para su ansioso provecho material. Qué pena.
¿Quién, quién ha puesto el valor del dinero sobre el del dios, sobre el valor de la soledad –o el de la pobreza- del hombre? “A los chinos no se les ve …pero están en todas partes” En este libro se denuncia su presencia oprobiosa, al menos, en 25 países de todo el mundo que no se han rebelado todavía en contra del previsible amo dominante. Por eso habría que volcar la soflama de Mao del siguiente modo: “Luchar contra la naturaleza –del opresor, debe añadirse- es un placer infinito”. Y así, de paso, desmontaremos algunas de las grandes falacias de la historia. Sea el que fuere el opresor, pues opresor será.
Ricardo Martínez https://www.ricardomartinez-conde.es/
FICHA DEL LIBRO
Título: La silenciosa conquista china | Autor: Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo | Editorial: Crítica | Páginas: 320 | Precio : 22,90€