Esa dicotomía en el trato con ambas bascula a través de los siete años que pasan entre el primer contacto con Ivona y el segundo. “no podía pedirle demasiado a Sonja pero a Ivona podía pedirle todo, me pertenecía“. Es evidente que la mezcla de estas dos mujeres multiplicada por la incapacidad de tener hijos propios del matrimonio y sumada a la crisis actual crea un material altamente inflamable que cada uno canalizará, de nuevo, sorpresivamente.
Stamm construye la novela desde la primera persona de Alex quien con la excusa de la visita de una antigua amiga de la pareja, Antje, le cuenta la relación que le unió con Sonja, con Ivona y aquello que le sostiene en su situación actual. El autor suizo hace un buen trabajo de construcción del protagonista desde la óptica masculina, el sexo, el deseo, la inmadurez, el trabajo, el alcohol, la moral o su ausencia, la conciencia o su inexistencia, la posesión y la culpa tienen el tempo de un hombre medio. Quien quiera conocer el interior de uno, bastante transparente por ende, sólo tiene que leer Siete años. El trabajo de arquitecto de él subsiste por todo el relato, no nos habla de coches, ropa o restaurantes lujosos, únicamente casas, edificios, construcciones, citas de arquitectos, mezclado con mujeres, sexo, obsesiones y como diría el último Franzen Libertad, con cuyo libro es fácil hallar nexos de unión al otro lado del charco. En cierto modo son equivalentes y complementarios con la facilidad que el hecho de ser europeos nos permite acercarnos a Siete años.
El fracaso de la clase media europea en lo personal y el triunfo pintado de fracaso de los valores tradicionales son el meridiano de esta obra. Lo inquietante es que este filólogo y psicólogo metido a escritor profetiza el empeoramiento de todo esto a pasos agigantados.
Pepe Rodríguez
¿Podrías decirme donde transcurre la acción?
Gracias.