Pintar de azul los días laborables – Ramiro Gairín Muñoz

La poesía de Ramiro Gairín Muñoz (Zaragoza, 1980) se te mete en los huesos como ese frío urbano de los parques en otoño. “Pintar de azul los días laborables” (Islavaria, 2011), es un poemario metropolitano que urde sus figuras de cemento y asfalto, que restablece el brillo gris de la solidez azul de una gran urbe en la que, como hormigas, nos movemos todos con rapidez irreflexiva.
Maneja Gairín una serie de materiales cuya resistencia está contrastada en los altos hornos de una experiencia que se expande y universaliza por medio de potentes figuras monolíticas y permeables a la ternura, al amor y al miedo. LEER MÁS

El poemario interroga, evoca momentos en los que nos vemos perfectamente dibujados. Los días se pintan de azul como una señal benignamente terrible y que nos sitúa en estas urbes de hoy de las que somos protagonistas y espectadores a un tiempo.

Confieso que lo he leído dos veces para reexaminar las texturas, para volver a pasar la piel por el ardiente frío de estas palabras que entusiasman y llenan el espacio en blanco de un texto que tiene vocación de compañía, de Cicerone en la ciudad de las hormigas.

“Amanece en la ciudad de las hormigas” es un arranque perfecto. La línea del crepúsculo va ganándole terreno a la ciudad. Un poema de regresos malditos, que despierta un tono de jazz y frío mientras se transita por esas “mórbidas calles”. “En vísperas de nada” un poema inquieta como “Quizá nos volvamos mentira” un arrebato contra lo que la ciudad no escucha, contra el marasmo en el que se ha sumergido todo.

Poemas delicados, de plomo, que flotan en la mente y pesan en el alma. Gairín cae de pie en el panorama poético y te hace esperar lo siguiente que vaya a salir de su arte. Seguro que más esencia, más compañía en estas azules calles pintadas de días.

Ramiro domina bien su oficio, conoce bien el volumen y la textura específica de su poesía y la derrama por las calles de la mente del lector adornándola de metáforas e imágenes evocadoras. No es fácil su poesía, entraña responsabilidad lectora, complicidad estética y en varios poemas reclama militancia poética.

En la tercera parte los poemas tienen como pórtico unos versos de Joaquín Sabina, ese bardo canalla y crepuscular que también se mueve a sus anchas entre mis libros y circunstancias. El poema que se lee bajo la sombra de Sabina se agiganta, bebe de aquel para hacerse firme, para hacerse otro.

Como anécdota de las muchas que han acompañado la lectura singular de este poemario apunto esta: rumbo al trabajo, un día laborable, claro está, sin color definido hasta la lectura de “La mañana de los elegidos” (un poema que habría que memorizarse todo el mundo para no olvidar a qué hemos venido a esta ciudad de las hormigas). Leí sus últimos versos, iluminado por la memoria de “Los ojos de Natalie Portman” (otro poema). Al levantar la vista para divisar mi parada y bajarme del autobús la vi a ella, con sus ojos rasgados, a Natalie Portman, buscando “una veta atravesada”, que sonreía desde la marquesina, poética como un cisne, abrazada a sí misma intentando que no veamos sus objetos de deseo. Pintada de azul como los días laborables que pinta con destreza Ramiro Garín, poeta de ciudad, ciudadano de la poesía.

Pedro Crenes

FICHA DEL LIBRO

Título: Pintar de azul los días laborables | Autor: Ramiro Gairín Muñoz | Editorial: Islavaria | Páginas: 86 | Precio : 10€ | Reseñado por: Pedro Crenes |