Y nadie mejor que Munro, una de las mejores narradoras vivas, si no la mejor, en lengua inglesa, para tratar este tema, con su indiscutida sensibilidad hacia los problemas de las mujeres, demostrada a lo largo de toda una obra absolutamente imprescindible. LEER MÁS
A través de una serie de capítulos que funcionan como relatos cerrados vamos conociendo el entorno familiar de la infancia y las familias de los padres, especialmente al tío abuelo Craig, salvaguarda de la memoria de la comunidad mediante sus trabajos sobre la historia del condado y el árbol genealógico de la familia, y a sus hermanas, dispuestas siempre a denostar cualquier actitud independiente mediante la descalificante sentencia “se cree que es alguien”, porque, para ellas, “ser ambicioso era cortejar el fracaso y exponerte al ridículo”, actitud en la que la madre no percibe mas que cobardía y miedo a ser diferente, y que, sin duda, oculta la envidia a los logros que otros puedan conseguir.
No faltan, por supuesto, ni el escabroso descubrimiento de la sexualidad, ni el enamoramiento adolescente, ni el amor de una prematura madurez, que, sin embargo, resulta, por castrador, el detonante de la afirmación de innegociable independencia de la narradora.
Pero también asistimos a las dudas existenciales que le produce la omnipresente religión, ese aglutinante de la comunidad que tiene en sus representantes a los mas fervorosos defensores del orden establecido, y que produce desvaríos como los de la abuela materna, que dilapida una herencia comprando Biblias o el padre de Naomi, la amiga de Del, que se pasea por la ciudad voceando profecías, muestras de fanatismo religioso como las que podemos encontrar en la obra de Flannery O’Connor, autora de referencia para Munro, como lo es, así mismo, Eudora Welty, de cuyos característicos personajes disminuidos psíquicamente también encontramos ejemplos aquí.
Por otra parte, la novela contiene elementos autobiográficos, algunos de los cuales reaparecen en el que estaba destinado a ser, por decisión de la autora, su último libro, La vista desde Castle Rock, decisión afortunadamente revocada y que nos hubiera privado de su, hasta ahora, último y espléndido libro de relatos: Demasiada Felicidad.
En suma, estamos ante un relato sobre la lucha de las mujeres contra todo un sistema de valores impuesto que conlleva, desde pequeñas servidumbres cotidianas, a la negación de la independencia personal, pero también es una novela que nos habla del “tiempo de los sentimientos totalmente inocentes y primitivos, y las falsas percepciones”, repleta de personajes e historias, de imaginación y de esperanza, como la expresada por la madre de la narradora al pronosticar: “Creo que va a haber un cambio en la vida de las niñas y las mujeres. Sí. Pero depende de nosotras que se produzca”.
Rafael Martín