Basta con una anécdota para comprender su carácter. Cuenta que cuando tenía tres años descubrió la electricidad acariciando el lomo de un gato del cual saltaron chispas. A partir de ahí “día tras día me preguntaba qué era la electricidad y no encontraba respuesta. Ochenta años han pasado desde entonces y todavía me pregunto lo mismo, y sigo siendo incapaz de responder.” Ese era Tesla.
Su leyenda se agrandó debido a que el genio que se le suponía no contó casi nunca con la financiación para desarrollarse. Tampoco fue capaz de transmitir sus conocimientos a una escuela de discípulos que permitieran profundizar en ellos. De hecho contaba con una serie de artesanos independientes a los cuales encargaba las piezas a fabricar con un esquema de 3×3 cms que dibujaba en ese momento y que les obligaba a memorizar para destruirlo a continuación.
Tanto hermetismo, tantas expectativas y desilusiones acabaron por desconcertar a la Norteamérica de aquel tiempo, lo cual unido a sus crisis emocionales le colocaron en el cajón que hoy denominariamos ‘friqui’.
Su autobiografía modesta, nada ampulosa ocupa la segunda parte del volumen, que se completa con uno de sus premonitorios estudios que demuestran que fue de los más primeros en sugerir que no tendríamos energía suficiente en nuestra época.
En conjunto resulta una obra muy completa, fácil y accesible de leer y muy sugerente para todo aquel que tenga inquietudes investigadoras.
¡No se la pierdan!
El Limonero – cÍtrico literario
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