La literatura que nos ha entregado este prolífico autor húngaro (cuya obra vertida al castellano ha aparecido prácticamente en su totalidad bajo el sello de Salamandra) es un ejercicio permanente de reflexión respecto de una realidad concreta, trascendente, de la que los protagonistas se hacen cargo por razón de su cultura y de su inteligencia. LEER MÁS
Es así que la trama, por lo común, es densa en el mejor sentido, esto es, un problema humano –el que fuere, si bien Márai tiene una cierta predisposición hacia los conflictos derivados de la relación amorosa, aunque el destinatario de ésta sea en ocasiones no la otra persona, sino el paisaje propio o la historia- que se exterioriza mediante un análisis consciente, exhaustivo, y que se traduce en diálogos de una rara inteligencia. El marco donde se desarrolla la acción queda perfectamente expreso gracias a la capacidad observadora del autor, y el contenido de los discursos es fruto de una gran estructura dramática. De hecho, se podría decir de él que es un escritor de formación (en su etapa de exiliado en América, donde había de fallecer, leía todas las noches la poesía clásica de su país de origen) Aquí, un hombre y una mujer, a solas, rememoran y se rememoran. Y toda la intriga está en sus corazones, en lo que se dicen y lo que se ocultan.
Ricardo Martínez
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