Los textos que aquí se presentan son absolutamente inclasificables. Entre el diario de viaje, la anécdota, reflexiones sobre libros y autores, sobre personajes literarios que pasaron por el lugar donde el autor se encuentra o a donde se dirige, encontramos jugosas conversaciones con un gondolero ilustrado, viajes al pasado en los que Freud da sugerencias a Thomas Mann en Venecia, recuerdos de Pessoa y reflexiones sobre la saudade y cómo surge el fado; roces con la camorra napolitana y a punto de perder el barco en Livorno; recuerdos de los sefardíes en la búlgara Plovdiv y su relación con Foxá; pensamientos sobre unas tumbas acatólicas recordando a Alex Munthe en Roma; el olvido de un libro en la torre del Rockefeller Center de Nueva York le lleva –nos lleva-a Constancia de la Mora / Ruth McKenney; en Èze vamos tras los pasos de un Nietzsche tardío. Comienza con un primer texto que reflexiona sobre el viajar y el estar de paso, y acaba en su propio origen, Cáparra, un antiguo asentamiento romano muy cercano a su pueblo natal, Aldeanueva, del que sólo quedan los restos de un arco de triunfo y el espíritu de Roma sobrevolando el viejo camino.
Pensado y presentado como un libro para llevar realmente en el bolsillo, aunque de tapas bastante sólidas y diseño atractivo, acompañados de fotos que se integran perfectamente en el contexto, aunque en mi opinión, mejorable con un aumento de la letra del texto, quizá demasiado pequeña, y una reducción de fotografías, ya que algunas son detalles de otras, y quizás pecan de repetitivas. Aun así, el libro es de lectura amable e interesante, y permite leerlo en cualquier parte, precisamente por su carácter viajero y por su perfil literario.
Ariodante
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