Parte del éxito de esta saga está propiciado por el entusiasmo de la propia autora y que es capaz de transmitirlo a su obra y sus personajes, entre ellos la protagonista principal Ayla. Su labor de investigación y documentación no ha escatimado esfuerzos recorriendo toda Europa y visitando los asentamientos en los que pudieron vivir sus personajes. Sus descripciones de un continente muy diferente del actual, frío, inhóspito y salvaje cautivan por su belleza y su viveza. Siempre decimos que el placer de la lectura surge cuando el medio físico -el libro- desaparece de la vista siendo nuestra imaginación la que funciona a toda máquina recreando los escenarios que el autor describe. Pues bien, eso sucede continuamente en las obras de Auel y en está última también. Su viaje virtual al lado de una cromañón nos lleva por las mismas zonas que ahora hacemos turismo rural, pero acompañados por mamuts, megaterios y rinocerontes lanudos.
Ayla se prepara ahora para ser la ‘chamana’ de la tribu Zelandonii, aprendizaje que combina con sus nuevas labores maternales. El impacto que le causa el descubrimiento de una cuevas pintadas -inspiradas según Auel en Altamira– le harán crear una identidad más enraizada con el medio que habita.
El final de la saga está servido aunque nunca se sabe si Auel resucitará su serie con alguna pirueta prehistórica. Por si acaso, aprovechen este ejemplar que promete abundantes horas de entretenida lectura.
Pepe Rodríguez
Es con diferencia la más aburrida y la menos interesante de las 6 novelas de la serie. Voy por la página 400 y estoy pensando en abandonar, cosas que rara vez hago con una novela… y mira que me han gustado las anteriores, excepto la 4ª.
Santiago Quílez