Unos meses ago celebramos que los escritores españoles superarán la temática de la Guerra Civil y, aprovechando el cambio de milenio hayan centrado sus esfuerzos en los curiosos e interesantes personajes que la posguerra, el franquismo y el tardofranquismo dejaron en nuestro país. Guelbenzu, Jesús Ferrero, o Use Lahoz ya habían incidido sobre esa línea con sus últimas obras, que con mayor o menor contenido autobiográfico reflejaban las décadas ‘perdidas’ de nuestra España a través de sus menos convencionales protagonistas. Ignacio Martínez de Pisón, uno de nuestros mejores narradores- es capaz con El día de mañana de -citando su obra anterior- Enterrar a los muertos y centrarse en los vivos, entre los que se encuentra el muy vivo Justo Gil. LEER MÁS
Si han visto trabajar alguna vez a un escultor con martillo y escoplo reconocerán en esas esfuerzos los que literariamente copia Pisón para describirnos a Justo Gil. Martillazos fuertes que rebanan la piedra de su personalidad dados por otros, pues a semejanza de Ciudadano Kane son una docena de narradores, familiares, amantes, compañeros, policías quienes perfilan a Justo Gil a través de sus recuerdos, sus tratos, sus decepciones.
Poco a poco el verdadero rostro del protagonista surge de la piedra mostrándose como un grotesco aprovechado y estafador, un hijo displicente, un amante sin amor y al final un chivato que más que dar odio da lástima. Los años, los fraudes, los desengaños y finalmente la política irán lijando la escultura de su vida hasta que el lector se hace -mediante las narraciones de los demás- una idea real de qué y quién fue Justo Gil.
Pisón es capaz de combinar con la trama central las otras doce ideas de vida de cada uno de los entrevistados quienes combinan sus deseos, esperanzas y fracasos propios con los del encausado.
Obra madura, plena, muy bien construida pese a usar una técnica tan complicada. Novela optimista pese a todo, pues son los aparentes perdedores los que sobreviven y el aparente ganador el que sufre hasta el final. Fiel retrato de una época que permitía agigantarse a los mediocres simulando ser otros. La novela más serena y difícil de Pisón.