El final de los sesenta y principio de los setenta, décadas fetiche de Pynchon, se presentan ahora desde la ciudad de Los Ángeles (es increíble la ubicuidad de este hombre que parece que ha vivido en cien sitios a la vez) y desde la perspectiva de un investigador de tres al cuarto que está más tiempo fumado que sobrio pero que cuando está despierto lo está mucho más que los que le rodean. El día que una antigua novieta le pide ayuda puesto que a su actual pagafacturas le quieren hacer daño, Doc Sportello no sospecha en la que está metiendo. Poco después la chica y el magnate desaparecen y entre un mal viaje y otro Doc despierta en medio el ojo del huracán. Casualmente o no otros casos suyos confluyen con el primero creando una amalgama que Pynchon con su peculiar afición por las escenas extrañas y los diálogos superfluos no parece querer desliar. Incluso da la sensación de que andamos colocados cuando leemos algunos pasajes.
Policías de LA, FBI, dentistas asesinos, saxofonistas muertos y resucitados se unen a una arcaica internet y a un sistema de correos copiado de su anterior obra La subasta del lote 49 para dar una vez más la impresión de lo inasible y especial que es la literatura versus Pynchon.
Camaleónico autor que podría ser el mejor novelista del mundo. Quizás lo sea, pero por ahora no muchos se lo reconocerán. Eso es bueno, sabemos tan poco de él que saber que es el mejor posiblemente rompería la frágil burbuja de su literatura.
Marc Canela
Título: Vicio propio | Autor: Thomas Pynchon | Editorial: Tusquets |Páginas: 420 | Precio : 22€ |
Primera novela de Pynchon que leo. Primera novela de Pynchon que abandono (y eso que ya iba por la página 300 de unas 400 que tiene la novela, que le den a las últimas 100). ¿Este es el famoso Pynchon?
La verdad, a mí me ha parecido algo INFUMABLE. Este autor te exige un 10000% más de lo que te da. No he tenido problemas en leer a otros autores de esos “inaccesibles”, aspirantes a Joyce, postmodernistas o simplemente criptonarrativos tipo DeLillo o Foster Wallace pero este Pynchon ha podido conmigo. Sopor, aburrimiento, tedio, coñazo, no se me ocurren otros términos para definir esta novela.
No veo donde están las cualidades literarias por ningún sitio. Tampoco veo el “humor hilarante”, ni la “estructura laberíntica”, ni nada. Más bien da la impresión de ser un texto atolondrado, o un autor caótico, desordenado, chapucero, con una prosa que tampoco es como para tirar cohetes. ¿Hay alguna página en la que el protagonista no se “encienda un canuto”? Y Doc se encendió un canuto, y Doc se encendió un canuto. ¿Hay alguna mujer en la novela que no vaya vestida con minifalda?
Pérdida de tiempo. Un mito caído.
Probaré con “El arco iris de gravedad” más que nada porque ya lo he comprado y tiene pinta de ser intelectualmente más serio que este pero, desde luego, esperaba algo más de alguien que recibe las alabanzas que recibe Pynchon. Aún así, como ya estoy de mala leche porque me siento estafado como lector, existen muchas posibilidades de que acabe abandonándolo también en plan venganza particular y privada. Depende de Pynchon que lo haga o no.
Lo siento, pero alguien tenía que decirlo. Este libro es un rollo, una masturbación para culturetas y para sosones angloidealizantes. Y os lo dice alguien que se ha fumado un Amazonas de “canutos” tan grande que avergonzaría al mismísimo Doc Sportello.