Trigell ha creado una obra muy especial. Demuestra que no todo es blanco o negro, que no está todo dicho sobre las razones, motivaciones e integración de los pequeños delincuentes, incluso asesinos. También ofrece la realidad que suponen los medios de comunicación en este proceso, erigiéndose en jueces y verdugos por el mero hecho de vender o de tener poder, sin importarles realmente la vida de nadie, ni de los muertos de los vivos.
Conmovedora y dolorosa a la vez sabe mantenerse lejos del adoctrinamiento, de la hipócrita moral y avanza más allá de los hechos para hallar la persona, el verdadero niño A oculto tras los hechos, los juicios, la reclusión y la libertad. Ese niño que no interesa a nadie, que no es noticia por que lo serían miles o millones de ellos. Pero que con su historia transmite un duro y lacerante mensaje de esperanza. Esa aparente contradicción es el gran triunfo de esta obra. Ver la humanidad donde los demás ven la barbarie y la degeneración. Algo increíble.
Pepe Rodríguez