El grano en el culo de Putin ha vuelto. Sin su tocayo tan polémico como renovador de la literatura rusa ésta se habría muerto desde la caída del telón de acero. Vladimir Sorokin ha hecho posible que a finales de siglo veinte y principios de veintiuno la mayor fábrica de buenos escritores y de buenas obras de la historia -la Rusia del XIX y principios del XX- no haya cerrado definitivamente. Es cierto que el ERE afecta y mucho, pero Putin y el oscurantismo y las purgas soviéticas aún más. Mientras la maquinaria va tomando el nivel deseado podremos ir disfrutando de obras tan honestas e ingeniosas como este El hielo. LEER MÁS
El argumento es sencillo, unos locos se dedican a secuestrar a rubios y rubias de ojos azules para golpearles el esternón con martillos hechos de hielo. El hielo proviene de los restos de un meteorito caído en Siberia y el efecto que produce en las víctimas es bien diferente, mientras las mayoría lógicamente pasa a mejor vida, el resto sorprendentemente se sume en un trance que hace que su corazón literalmente hable. Ellos son los “hermanos” y “hermanas”, grupo de 23.000 seres con características especiales. Élite, secta, locos, manipuladores, asesinos, iluminados serán algunos de los calificativos que el lector irá dando poco a poco a los miembros del grupo.
Tras una primera parte en la que Sorokin escribe una novela totalmente moderna que refleja el Moscú actual, se sucede una segunda parte donde por boca de una adolescente rusa contará el origen del grupo que sobrevivirá a la historia rusa del siglo veinte, desde Stalin a los nazis, siguiendo por Khrusev, Breznez, Yeltsin hasta la actualidad. Emotiva, tierna pero implacable esta sección entronca parcialmente con la literatura rusa de siempre.
Fábula posmoderna que avisa acerca de los fundamentalismos cercanos que nos rodean pero que como moraleja amenaza que es peor no tenerlos, pues esos nos convierte en carne-máquinas muertos. Obra honesta puesto que no promete más que lo que da, intriga, acción, emotividad y buenas dosis de reflexión pero sin estridencias.
Puesto que hoy día ya es mucho decir que podamos leer a un autor ruso vivito y coleando (o martilleando en este caso) les aconsejamos que hagan la prueba, sobre todo si les gusta lo fantástico, la ciencia-ficción y los otros puntos de vista vitales. Comprobarán si su corazón les habla o está muerto.