Marsé crea un ser encantador, entregado e inocente, una criatura que ha cometido dos errores en su vida, dos fallos que han hecho daño a otros y que le persiguen en su juventud. Afortunadamente el segundo puede corregirlo a su modo y a ello entrega su talento de aprendiz de escritor.
Dice Marsé que la obra se basa en imágenes recordadas, en escenas acumuladas en la memoria que ha reconstruido otorgándoles un marco de circunstancias e insuflándoles vida. Cierto que es así. En Caligrafía de los sueños no pasa casi nada, el tiempo flota en el aire, una visita, una conversación, un estar sentado en el bar-bodega, un caminar borracho bajo la lluvia, un escribir una carta, un encuentro fortuito y poco más. Construir con tan pocos mimbres, con tanta parquedad una historia inmensamente bella, repleta de elementos tristes y amargantes pero que rezume optimismo, luz y esperanza está al alcanza de muy pocos escritores. Marsé es capaz de eso.
Esta obra atrapa al lector con una sonrisa melancólica, lo traslada a su niñez y le vuelve a hacer soñar a la vez que le muestra los nubarrones del mundo adulto. Imposible parar la lectura, difícil acelerarla pues cada página se disfruta, y hemos de reconocer la tristeza que produce acabarla, pues nos deja desamparados sabiendo que el siguiente libro no estará a la altura de este. Genial Marsé.
Pepe Rodríguez
FICHA DEL LIBRO