Esta obra fue un texto fundamental en la formación como escritora de Natalia Ginzburg, quien escribió encantada el prólogo a la edición del 73 publicada por Italo Calvino. Ella que había leído mil veces de joven este libro, incluso aprendiéndolo de memoria, se encontró con la posibilidad de hacer una laudatio a la recuperación de mismo. Su prólogo se ofrece como postfacio en la edición de Contraseña.
Tirando del hilo la admiradora y seguidora de la Ginzburg, la escritora española Cristina Grandes también había deseado leer esta obra que tanto había influido en su autora preferida. Casualmente Contraseña le ofreció escribir el prólogo de la obra que reseñamos hoy, lo cual cierra el círculo de admiración por la misma que la editorial zaragozana ha unido en un sólo volumen. Incluso la elección de la traductora Mercedes Corral se presta al ofrecimiento de “presentar los textos en las mejores condiciones posibles”.
No nos cansaremos de elogiar el medio físico. Buena calidad de las pastas, el papel con la textura y el color ideal para leer, incluso la fuente y el espaciado se alían para aumentar el placer de leerlo. Todo esto se redondea con precio ajustado que componen una obra idónea para leer en un viaje corto, en una tarde de lluvia o una noche al pie de la chimenea.
Miel sobre hojuelas.
Pepe Rodríguez
Lo apunto, me parece muy interesante.