Novela editada póstumamente, pero escrita alrededor de 1795, Lady Susan es una obra de iniciación a lo que posteriormente se desarrollaría como su estilo definitivo. Jane Austen opta por una estructura epistolar, género que por su propia vida conocía a la perfección, y que le permite asumir las posiciones de los distintos personajes. Éstos son, fundamentalmente, los femeninos. A los ojos de Austen, -célibe y probablemente sólo relacionada con sus cinco hermanos- los hombres de esta obra sólo son percibidos desde su exterior, concentrando su atención en los personajes femeninos, y en sus tejemanejes. ¿Cuál era el principal objetivo de las mujeres en el siglo XVIII? Lógicamente, contraer matrimonio y procrear; matrimonio ventajoso, que les solucionase su futuro, puesto que, si sus recursos eran limitados, un marido los resolvería, y si sus recursos eran poderosos, garantizaría una buena herencia a sus hijos y una existencia holgada. Por tanto, todo el pensamiento femenino rondaba en esa época alrededor de ese tema. Los matrimonios eran generalmente, concertados; un matrimonio por amor era la excepción y a veces un peligro, ya que la fortuna de una familia podría hundirse si el objeto del amor era económica y socialmente equivocado. Toda esta parafernalia da origen a una cantidad de enredos familiares derivados de estas necesidades.
La autora, por medio de las cartas, nos va mostrando a un personaje central, que da el título a la obra, Lady Susan Vernon. Personaje un tanto retorcido y conflictivo, casi maquiavélico, que podríamos ver como el polo opuesto a Emma, la protagonista de una de sus últimas obras. Lady Susan teje y desteje los hilos cual Aracne, valiéndose de sus armas de mujer, buscando por medios indirectos y perifrásticos la consecución de sus planes, para ella y para su hija, pero fundamentalmente para ella. Los comentarios expresados en sus cartas, según a quien se dirija cada una, nos muestran el carácter enrevesado y la complicación de sus pensamientos, a la vez que lo que muestra a sus parientes y amistades, así como a sus admiradores masculinos, es una fachada completamente distinta y engañosa. Las reacciones de las distintas mujeres con quien se relaciona van del absoluto pánico, a la envidia, los celos, el odio y el resentimiento más profundo. Ella es la eterna rival de todas, enemiga pública número uno. Y los hombres van cayendo en sus redes y van siendo manejados a su placer hasta conseguir sus intereses, siempre con una sonrisa en la cara y sin perder la compostura.
Los lectores asistimos a sus maquinaciones desde un mirador privilegiado, como un observador de una partida de cartas que se pasea entre los jugadores y conoce el juego de cada uno pero que ellos ignoran. Así, aunque la obra es muy breve y no se permite grandes profundidades, en pocas páginas sabe crear el ambiente, dar las pinceladas necesarias para que nos hagamos cargo del cuadro y comprendamos la historia. En un epílogo narrado por una tercera persona ignota, se nos informa del final de estos asuntos que tantos quebraderos de cabeza originan a todos los participantes.
Aunque sea una novela menor, podemos apreciar en ella la futura escritora que será y disfrutar de una amena y distraída lectura que nos prepare para obras mayores.
Ariodante
Octubre 2010