Escrita y publicada originalmente en 1938, la autora lleva hasta el extremo su exilio personal convirtiéndolo en las peripecias de una niña, hija de un escritor exiliado de la Alemania nazi, que sobrevive yendo de ciudad en ciudad y de país en país viviendo exclusivamente en hoteles. Un tema aparentemente frívolo y esperpéntico que nos hiela la sangre al percibir el determinismo con el que afronta la joven protagonista la ausencia de casa, lenguaje, dinero, comida y cualesquier otra privación mientras su padre pide prestado algo, escribe algún artículo o libro o abusa cariñosamente de las amistades que consigue. Su madre y ella deben arrostrar la vergüenza de no pagar la habitación, tener que caminar por no tener efectivo o vivir de la caridad mientras se alojan lujosamente.
El trasfondo del ascenso nazi subyace a través de todo el relato en el que la escritora es capaz de transmitir con ojos infantiles reflexiones adultas sobre la situación europea. Lo que debería ser un cuento o una comedia poco a poco se va tiñendo de gris y acaba en unos signos de interrogación más unos puntos suspensivos.
Esos signos de interrogación se verán resueltos en la vida personal de Keun cuando vuelve a Alemania durante la guerra donde la dan por muerta. No será sino hasta la década de los ochenta cuando sus compatriotas la conozcan, pero para 1982 ya había fallecido. Hoy tenemos la oportunidad de seguir descubriendo novelas interesantes escritas por personajes excepcionales como es el caso de esta compañera sentimental de Joseph Roth. ¡Vaya parejita de la literatura! En fin, disfruten de saborear lo que esta niña viajera tiene que contarnos.
Pepe Rodríguez
SINOPSIS
Kully querría poder nadar o volar en vez de recorrer los hoteles de toda Europa tras el rastro de su padre, un escritor que se ha visto obligado a abandonar la Alemania nazi. Con diez años, ha descubierto que una frontera no es una verja de jardín tan alta como el cielo, sino algo que sucede en el tren y es imposible de cruzar sin pasaporte ni visado. Ella preferiría que fuera un simple pedazo de tierra en el que quedarse, construir una cabaña y desde allí sacarle la lengua a los países de derecha e izquierda. Aunque ha tenido que dejar el colegio, sabe que las matemáticas sirven para entender las cotizaciones de las monedas, que es mil veces mejor tener diez dólares que un marco, y ya es capaz de expresarse prácticamente en cualquier idioma extranjero, a pesar de que le cueste distinguir cuál está hablando en cada momento. Niña de todos los países, publicada por primera vez en Ámsterdam en 1938, es una novela encantadora en la que las vicisitudes y la melancolía del exilio se ocultan tras la mirada vivaz de su inolvidable protagonista.
Título: Niña de todos los países | Autor: Irmgard Keun | Editorial: Minúscula | Páginas 165 | Precio 15,50€