Conti se retrata en el Boga, protagonista que conoce el río en cada recodo, costa, ribera y profundidad. Sólo en eso, pues el Boga es un hombre del río que a la muerte de su maestro, el Viejo, permite que su corriente le arrulle y arrastre convirtiéndolo un ‘vago’, un vagabundo que malvive, para simplemente por continuidad hacerlo posteriormente delincuente y al final arrinconarlo hasta la muerte.
Los personajes hablan más en sus silencios y sus gestos que con sus palabras, hasta sus nombres son esquematicos, el ‘hombrecito’ o el ‘cabecita’, es el idiota mudo que les acompaña, el ‘hombre’ será el contrabandista al que se sometan o ‘la rubia’ el matón que hará el trabajo sucio. Sin embargo sorprende como Conti es capaz de marcar a cada paso los leves sentimientos de cada uno, el brillo del odio, la mezcla de alegría y tristeza, el miedo; hombretones curtidos mostrando sentimientos descritos por otro hombre no son muy habituales en la literatura.
Dos luchas se sostienen a lo largo del relato, la primera entre el hombre y el río, marcada por las circunvalaciones de el Boga y la segunda, la lucha del hombre con el hombre, cuando entre ellos sostienen y miden sus fuerzas. Otra lucha tercera sería la mezcla de naturaleza y maquinaria representada por la emoción cuasi de seres vivos de las gentes del río por los barcos, los motores y las conversaciones y pensamientos que sobre ellos mantienen llenas de emoción.
Conti describe hasta el mínimo detalle con una prosa realista, aridamente bella, objetiva, en la que como en su máxima inicial se despoja de las pretensiones para que la historia como el río fluya por si misma.
Sudeste, en esta nueva reedición de Bartleby merece ser releída como una de las obras maestras intemporales que a pesar de estar a punto de cumplir cincuenta años sigue sorprendiéndonos.
RESEÑA DE LA EDITORIAL
Haroldo Conti no nació en el Delta pero habló de él como sólo se puede hablar del paisaje de la infancia: rehaciéndolo como espacio mítico. En 1949, alquiló una cabaña de fin de semana en el arroyo Gambados y empezó a recorrer en bote los ríos: preguntaba “el por qué esto y el por qué lo otro de los isleros y de las islas”; se hizo socio de un club de remo; en el 54 compró la cabaña y, en un remate de la Marina, un bote que reparó en un astillero del Tigre. En 1962, además de Sudeste, se publicaron Sobre héroes y tumbas (Sábato), Bomarzo (Mujica Láinez), Historias de cronopios y de famas (Córtázar), La alfombra roja (Marta Lynch), y al año siguiente Rayuela inauguró el boom latinoamericano. Casi todas las obras de esa lista parecen haber ganado en valor histórico y menguado en el literario, salvo Sudeste. Desde el margen que Conti eligió representar: un escenario marginal en la narrativa argentina. Ni pampa, ni selva ni ciudad. El Delta olvidado y en parte aún virgen, a una hora de la metrópoli más moderna de América Latina. Sudeste es una novela de aprendizaje o de iniciación, existencialista, alegorizante, objetivista, documental, lírica, de aventuras, de utopía, de paisaje, de vagabundeo…
Título: Sudeste | Autor: Haroldo Conti | Editorial: Bartleby| Precio: 18 € | Páginas: 242|