La doble moral del Capitán Biran, el orgullo y egoísmo de Coco, el miedo a la sífilis de Chrysostome, el cerebro múltiple de Donatien y el servilismo ácido de Livo se verán enfrentados al posible viaje del rey Leopoldo de Bélgica a su colonia congoleña. Las expectativas se irán reduciendo hasta quedarse en el viaje que un cura y un periodista harán para llevar una estatua de la Virgen. Todo esto creará oportunidades para que la jaula de grillos estalle con resultados terribles para todos.
Atxaga tiene el mérito de convertir un drama semejante en una especie de obra de teatro, donde el reducido grupo de actores, que entran y salen a escena en el mismo decorado pugnan por el mismo espacio vital, que no es otro que su propio ego masculino y las vergüenzas de los actos a los que el mismo les empuja.
Nos ha gustado mucho: La psicología de los personajes, sobre todo Donatien y su cerebro.
Nos ha gustado menos: La falta de ambientación, no llegamos a creernos del todo el medio físico.
RESEÑA OFICIAL DE LA EDITORIAL
En Yangambi, junto al río Congo, el ejército de Leopoldo II de Bélgica impone el orden bajo la autoridad de Lalande Biran, un poeta con deseos de amasar fortuna y regresar a las tertulias de los cafés de París.
A su alrededor se mueven disparatados y espléndidos personajes que convierten aquella selva en un delirante circo de la ambición y el absurdo humano: el ex legionario Cocó, mujeriego y brutal, con la cabeza siempre dividida en dos; el gigante Donatien, servil y pérfido; los mandriles, una virgen, un león y una deslumbrante nativa. Pero las cosas comienzan a ser diferentes con la llegada de un nuevo oficial: Chrysostome Liège, un tirador infalible que esconde una enigmática personalidad.
Siete casas en Francia es una novela que huye de la crónica sombría o de la denuncia vehemente; busca, en cambio, a través del humor y de la aventura, la metáfora que habla del lado siniestro de nuestro mundo.
Título: Siete casas en Francia |Autor: Bernardo Atxaga | Editorial: Alfaguara | Páginas: 272 | Precio : 19,50€
Atxaga ha sido capaz de crear una novela soporífera sobre un tema que no nos interesa, que él no conoce de cerca y que, en realidad, nos da igual. Es lo que le pasa a los escritores cuando se quieren hacer los exóticos en vez de hablar sobre lo que les duele.
Lo que ya es infumable es que haya gente que, sin arte ni parte, les baile el agua.
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