Mil otoños – David Mitchell

Algún lector accidental tal vez haya escuchado decir a quien suscribe esta reseña que nadie como los anglosajones para dar lecciones de best-selling. Conviene, sin embargo, no confundir los términos: stricto sensu el best-seller por antonomasia sería la Biblia que, como sabemos, es el libro más vendido de todos los tiempos. Pero lo que los británicos dominan con hegemónica pericia es una variante que más bien podríamos adjetivar como best-engaging que no es otra cosa que la capacidad de atraer por calidad y amenidad a una masa de lectores apriorísticamente incompatibles. Aunque el best-engaging puede -y suele- terminar convertido en best-seller, la correspondencia no siempre se da, ni en un sentido ni en otro. Un icono de esta literatura de calidad para público plural sería Los miserables de Victor Hugo. También algo de Umberto Eco o Murakami. Tras esta estela marcharía una escuela de escritores aspirantes a una cuenta corriente a rebosar sin detrimento del buen nombre. Y tradicionalmente han sido los ingleses quienes mejor han sabido nadar y guardar la ropa, quienes han generado mayor número de hits con compensada dosis de instrucción y diversión. LEER MÁS


Viene toda esta monserga a propósito de la novela Mil Otoños, de David Mitchell, que irrumpe en nuestras librerías precedida por el fascinado desconcierto de una crítica internacional que no acierta a encajar este prodigioso novelón histórico con trazas de best-seller decimonónico en la trayectoria posmoderna, insinuadora y huidiza, del autor de Escritos fantasmas (1999) y El atlas de las nubes (2004). Para entendernos, viene a ser como si una reconocida estrella del hip hop cambiara súbitamente de registro y se pusiera a entonar arias con desahogo de divo. Méritos así explican que este inglés residente en Irlanda sea chico mimado de la revista Granta y reincidente del Booker Prize.

Sobre la deslumbrante tramoya histórica del Japón de los siglos XVIII y XIX, sitúa Mitchell las vicisitudes del contable holandés Jacob de Zoet, recién llegado a la isla artificial de Deshima en el puerto de Nagasaki, como empleado de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. El propósito inicial de Zoet es hacer dinero en cinco años para poder casarse con su prometida pero –como no podía ser de otra forma- el destino obstaculiza sus planes interponiendo en ellos a la subyugante Orito Aibagawa, una inteligente comadrona que estudia Medicina junto al borde Dr. Marinus, algo así como un precursor de Doctor House con cojera incluida. La historia de amores imposibles dispara el suspense impulsándolo a través de un exótico tinglado de conspiraciones y enigmas al más puro estilo gótico, pero entre cuyos intersticios se remansan disquisiciones sobre el bien y el mal, sobre el honor, la nostalgia y, fundamentalmente, sobre las complejidades de la interacción cultural. Mitchell estira hasta el agobio el desafío de la comunicación y es aquí cuando la novela roza la metaliteratura: lo traducido no puede ser sino ficción. Nada más llegar a la isla, Jacob se topa con un zarzal de intérpretes autóctonos que campan por la isla apremiados por misiones asignadas en función de inexpugnables jerarquías. Tan prohibido como el protestantismo que profesa de Zoet está enseñar japonés a los extranjeros, por lo que el desasistido contable se verá obligado a buscarse la vida, encontrándose a menudo tan “lost in translation” como lo estaba Bill Murray en la película de Sofía Coppola, igualmente ambientada en Japón, y a la que Mitchell parece lanzar un guiño desde dos siglos ago.

Acaso el éxito de esta absorbente novela sea que Mitchell no se ha propuesto reinventar nada, limitándose a adaptar recursos de probada eficacia para engancharlos a los nuevos tiempos. Ejemplo: el episodio en que Orito ingresa en el templo de las montañas regido por arbitrarias reglas enlaza, nada más y nada menos, con la saga Harry Potter de J.K Rowling. Un parentesco sutil, estrambótico y cautivador.

Resta subrayar las agradecibles perlas de exquisito humor inglés, así como la camaleónica habilidad con que Mitchell cambia de registro lingüístico según el personaje –hay cientos- sea patrón, escribano, doctor, o marinero, loable muestra de respeto hacia el lector mínimamente exigente.

Una última curiosidad: El atlas de las nubes será llevada al cine el año próximo con Halle Berry, Tom Hanks y Nathalie Portman como protagonistas. No les extrañe que Mil Otoños acabe también refundida en una de esas eximias series a las que las productoras británicas nos tienen acostumbrados.

LALE GONZÁLEZ-COTTA

FICHA DEL LIBRO

Título: Mil otoños | Autor: David Mitchell | Editorial: Duomo Ediciones | Páginas 640 | Precio 23,80€ |
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