Largas sombras en Fuseta, de Gil Ribeiro

Este escritor, nacido en Hamburgo, llamado Holger Karsten Schmidt, que se oculta tras el seudónimo más portugués Gil Ribeiro, quedó prendado del sur portugués casi de casualidad. Tras un viaje mochilero con unos amigos, se encontraban en Marruecos cuando uno de ellos empezó a encontrarse mal, por lo que decidieron regresar a Europa.

Por avatares del destino, fueron huéspedes de una humilde familia en Fuseta, los cuales cuidaron del amigo como si de un familiar más se tratara. Desde ese momento, nuestro autor quedó prendado tanto de la zona como de las personas que la habitan, rindiendo homenaje a ellas situando la acción de sus novelas en tan bonita tierra.

Conocido como guionista de gran éxito en Alemania, tanto de series como de películas siempre de género negro, creó esta serie en 2017, cuya primera entrega, titulada Un inspector en la Fuseta, ya reseñamos en estas páginas. No fue hasta hace un año que gracias a Maeva Noir, podemos disfrutar de esta saga, llegando este verano hasta nosotros la segunda novela, de las que existen ya hasta seis entregas, y que esperamos que esta editorial siga brindándonos la posibilidad de disfrutar de ella.

Si en la anterior el singular inspector alemán, Leander Lost, con síndrome de Asperger, luchó contra una trama que pretendía privatizar un bien tan necesario como el agua, esta vez, acompañado de nuevo de la subinspectora Graciana Rosado y el subinspector Carlos Esteve, tratarán de resolver el asesinato de una conocida policía, el cual encierra una trama de secuestro y amenazas ligada a una organización secreta vinculada a las antiguas colonias portuguesas.

Tanto Carlos como Graciana han aprendido a tolerar la cruda sinceridad de Leander Lost, incapaz de mentir debido al síndrome que padece, pero que él mismo trata de hacer más llevadera tan atípica condición a sus compañeros adquiriendo gestos y frases triviales, que para él no dicen nada, pero que sabe que son necesarias para la buena convivencia en sociedad en el día a día.

Cuando una trama está bien trazada y sus giros sorprendentes y perfectamente situados, resulta atractivo para el lector, pero cuando estos hechos transcurren en los preciosos paisajes del Algarve, y su protagonista es tan original como un alemán provisto de sus tópicos, y que para colmo carece de habilidades sociales, ya tiene mucho más de lo que cualquier aficionado al género puede esperar.

Las novelas de Gil resultan muy visuales, no en vano es tanto guionista como profesor de guion en la Academia de Cine Alemana. Esto resulta evidente gracias a las magnificas descripciones de los escenarios donde se desarrollan la acción realza, como el lenguaje corporal del que tiene que hacer alarde el protagonista debido a su síndrome, el cual ha de sacar sus propias conclusiones, observando el mundo que lo rodea tratando de adivinar si lo que le cuentan los demás es verdad, mentira, ironía o sarcasmo.

El resto de personajes que acompañan al peculiar inspector también conquistará al lector. Graciana, cuya familia parece haber adoptado al alemán como a uno más; o el subinspector Esteve, reflejo de esa sociedad que observa al diferente concierta lejanía, pero que una vez se familiariza, brinda su amistad sin condición. También resulta curioso un secundario de origen español, que sospecho es una caricatura de la idea preconcebida que se hacen nuestros vecinos de nosotros, no sin razón, puesto que muchos españoles reaccionan con esa superioridad cuando de Portugal se trata.

Gil Ribeiro sigue enganchando con su saga al estar escrita de forma sencilla y directa. No se anda con subterfugios que puedan confundir o engañar al lector. Historias consistentes apuntaladas por personajes bien construidos, en especial nuestro inspector, cuyo perfil nos acerca más a ese mundo visto a través de los ojos de personas que sufren ese mismo síndrome, pero que muchas veces no nos tomamos la molestia de informarnos, o al menos de tratar de comprender. Un personaje que echaremos de menos nada más llegar al final del libro, pero esperando a que el sello Maeva Noir no nos haga la espera larga a la hora de volver a reencontrarnos con él, sus amigos y los maravillosos paisajes portugueses.