«Las propiedades de la sed», de Marianne Wiggins, una historia de amor y pérdida que examina las promesas incumplidas del sueño americano. |
Las propiedades de la sed, que examina las promesas incumplidas del sueño americano, se ambienta en dos episodios del pasado reciente de la historia de Estados Unidos: el primero, el internamiento de más de cien mil ciudadanos de origen japonés que vivían en los estados de la costa del Pacífico tras el ataque a Pearl Harbour; el segundo, la guerra del agua en California, uno de los primeros conflictos ecológicos del siglo XX relacionado con los recursos hídricos. Ambas tramas sirven a Wiggins para construir una inolvidable historia universal e íntima, cuyos ecos resuenan especialmente hoy en día, sobre la celebración de los vínculos amorosos y familiares que sobreviven a pesar de las dificultades.
La novela narra la historia de Rocky Rhodes, un pequeño propietario que lleva años protegiendo con uñas y dientes su rancho frente al Departamento de Aguas de Los Ángeles que está drenando sus acuíferos. Es en este rancho del valle de Owens donde su mujer y él criaron a sus hijos gemelos, Sunny y Stryker, y donde Rocky ha llorado a su esposa desde su muerte. Cuando Estados Unidos entra en la segunda guerra mundial, el gobierno decide construir en el valle uno de los campos de internamiento para japoneses. El director del campo, un chico judío de Chicago, quedará fascinado por la familia Rhodes, especialmente por la joven Sunny.
Las propiedades de la sed es una de las grandes novelas americanas de los últimos años, una obra destinada a convertirse en un clásico, en la que conviven varias historias de amor: la de una familia por un paisaje amenazado y la de un hombre por una mujer asombrosa.
Las propiedades de la sed en 5 claves |
1. Pearl Harbour y los campos de internamiento para japonesesCuando Estados Unidos entró en la segunda guerra mundial tras el bombardeo de Japón sobre la base naval estadounidense de Pearl Harbor en diciembre de 1941, la Administración Roosevelt decidió construir en el valle de Owens, cerca de pequeña y rural localidad de Lone Pine, el Manzanar, uno de los campos de internamiento en los que confinó a 10.000 de los más de cien mil ciudadanos de origen japonés que vivían en los estados de la costa del Pacífico. El objetivo: evitar supuestos actos de espionaje. Allí pasaron más de cuatro años. Al ser liberados, muchos de ellos tras haberlo perdido todo, el Gobierno estadounidense les entregó apenas 25 dólares y un billete de tren. No fue hasta 1988, con la Casa Blanca emitió un comunicado oficial de disculpa. |
Imágenes de Ansel Adams del campo de internamiento del Manzanar en 1943 e instantánea de la familia Mochida por Dorothea Lange. |
2. La guerra del agua californiana El Manzanar se asentó en una polémica ubicación, el antiguo emplazamiento de un lago cerca de Lone Pine, drenado en 1913 para la construcción del Acueducto de Los Ángeles. Considerado un gran logro de ingeniería que unía las montañas de Sierra Nevada y la capital californiana, la monumental obra borró del mapa el ecosistema y toda actividad agrícola y comercial de la zona. La película Chinatown, de Roman Polanski, ficciona la vida del ingeniero encargado del proyecto, William Mulholland. Protagonizada por Jack Nicholson y Faye Dunaway, la película se adentra en la llamada guerra del agua californiana, que puso en pie de guerra a los vecinos del lugar por los grandes intereses políticos y económicos que la obra generó durante las primeras décadas del siglo XX. Imágenes: fotografía de la construcción del acueducto de Los Ángeles entre 1912 y 1913; fotograma de la película «Chinatown». |