Soy un entusiasta del thriller médico. Ergo soy fan de Robin Cook, su máximo referente. Obviamente existen muchos autores del género, incluso Ken Follet se atrevió con él, saliendo muy bien parado con su En el blanco. Pero no hay que irse tan lejos para descubrir a grandes autores que conocen tan bien el tema. Ahí tenemos a Pedro Uris y Daniel Ramón, de cuya novela, El síndrome de Herodes también reseñamos en nuestra web.
Otra de las autoras que en el futuro tendremos como referente será Úrsula Campos. Nada más leer la sinopsis de su primera novela, me atrapó. Y es que alguien que trabaja en el sector y conoce todos los entresijos no podía defraudar. Así fue, no solo cumplió mis expectativas, sino que las superó.
Enfermera de profesión que ha trabajado en distintos ámbitos sanitarios, ya tenía experiencia en esto de teclear. Con un libro donde te orienta cómo aprobar unas oposiciones, Úrsula demuestra su tenacidad a la hora de llevar a cabo sus proyectos. Y fue precisamente gracias a la pandemia que hemos vivido, no hace tanto como nos parece, se decidió a acabar la novela que reposaba en un cajón.
En ella nos narra como un asalto en plena noche al Instituto de Salud Pública, es el desencadenante de una serie de acontecimientos donde converge nuestro reparto coral: la doctora Larrea, jefa del Servicio de Epidemiología en el cual los asaltantes se han llevado vacunas y destrozado su despacho; la inspectora Lysander, recién llegada a la ciudad, y que se verá envuelta en la investigación de dicho asalto; Alex, una nueva epidemióloga que será uno de los pocos puntos de apoyo de la doctora Larrea. Todas ellas tendrán que emprender una carrera contra reloj si quieren evitar que el foco de una enfermedad, que creían ya erradicada, se expanda, mientras desentrañan el misterio.
Creo que a todos los que nos sumergimos en estas aventuras acontecidas entre batas blancas nos ocurre que ha habido un antes y un después a la hora de afrontar una nueva lectura sobre el tema. Y es que vivir una pandemia nos llega a marcar hasta en los aspectos más nimios de nuestra cotidianidad. Después de ver nuestras vidas trastocadas por el COVID-19, cuando leemos novelas cuyo tema principal es una amenaza en forma de virus, al tener un referente tan empírico, somos más críticos a la hora de afrontar la novela de género. Afortunadamente Úrsula Campos sabe muy bien de lo que escribe y nos lo muestra con la humildad justa aplicada a nuestra credibilidad, tratando a los lectores de tú a tú, sin alardes ni artificios, mostrándonos un thriller sencillo, audaz y entretenido, prescindiendo de detalles escabrosos que realmente no aportarían más a la historia, solo incomodidad.
También ha creado unos personajes entrañables a los que es un placer acompañar. Personas normales que no hacen más que cumplir con su labor. Un trabajo basado en la realidad cuyo fin resulta tan imprescindible como desapercibido para el resto de los ciudadanos. Profesionales que realmente ejercen de detectives a la hora de hallar y erradicar esas amenazas letales que cada día pueden aparecer y volvernos a confinar a los más afortunados, y que no lo cuenten los menos. Y es que me gusta que aparte de ofrecernos una novela emocionante y adictiva, haga visible la labor de esas personas que velan por nosotros.
Thiller amable que te enganchará desde sus primeras páginas y que para colmo ha elegido un escenario tan poco habitual como es la ciudad de Zaragoza, que hará las delicias de su habitantes, y que despertará en nosotros las ganas de conocerla o redescubrirla para aquellos que tienen la suerte de haberla visitado.
Y si sus protagonistas te enamoran, como sin duda sentirás, alégrate porque puede que estas detectives de laboratorio vuelvan en nuevas entregas. O al menos eso quiero pensar.