Todo cambia cuando en una visita menciona de pasada que el tiempo está mejorando y que días cálidos se avecinan pronto. Un extraño brillo en los ojos de todos ellos y una miradas y sonrisas cómplices se cruzan, desazonando a nuestro hombre que desconoce los motivos ocultos.
Tras una tácita investigación halla la razón. Al llegar el verano “Se lanzan a vadear los ríos, se sumergen los pantanos, se abren paso por entre tupidos matorrales cubiertos de espinas, trepan a los árboles más altos; ¡cuántas veces se han caído, se han precipitado en abismos, se han hundido en en lodo, han tiritado de frío e incluso, qué horror, han padecido, hambre y sed!”. Claro que este es el punto de vista de Tiazhelenko, quien desde su cama “llamaba ‘desayuno’ a lo que cuatro personas fácilmente habrían podido llamar su comida”.
Klimovich, que así se llama nuestro hombre, decide comprobar en persona si ese ‘mal de ímpetu es real o exagerado aceptando dar un paseo con la familia. ¡Estás perdido! le recrimina Tiazhelenko.
Con muchísimo humor ingenioso, travieso y rimbombante nuestro Goncharov cuenta las aventuras y desventuras de la familia Zúrov y los esfuerzos por verificar su mal de Klimovich. Son muchas las escenas, situaciones y comentarios que nos harán sonreír tanto de cara como de inteligencia ante el talento del autor.
Recomendamos encarecidamente esta obrita muy especial que seguro que les hace pasar un buen rato y que a buen seguro recomendarán ustedes también después de leerla.
Pepe Rodríguez
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