La novela está escrita tras la II Guerra, y el humor británico ha sufrido bastantes reveses para mostrarse tan fino y elegante como el victoriano. En la narración sigue refiriéndose a un difuso presente- futuro, en el que la guerra es denominada “los Recientes Acontecimientos” y la “II Edad Oscura”. Pero el tono corrosivo sube de nivel y trasluce un cierto resentimiento hacia políticos y científicos, presentados como enloquecidos ajenos a la realidad; y el mundo del arte, al que considera frívolo y absurdo, -y probablemente no le falte razón, en parte.
Pero la historia que en la anterior novela tiene, dentro del surrealismo general, un hilo conductor y una acción, aquí queda un tanto opaca. La primera parte compara la granja que encuentra con la granja pasada: sus habitantes, los Starkadder masculinos–salvo Reuben- han emigrado a Sudafricania, llevándose a Gran Negocio, el toro semental. Así que la granja Cold Comfort se ha venido a convertir en una cuidada residencia u hotelito rural, con flores en los parterres y servida por las laboriosas mujeres Starkadder a la espera de que los maridos decidan volver. Mientras que Reuben, cual digno sustituto de la vieja Ada Doom que “había visto algo sucio en la leñera” decide que debe “arar la tierra natal él solito hasta el final” y hace de ello el principio de su resistencia al infortunio.
Flora es requerida por el excéntrico Mybug para la organización de un congreso del Grupo Internacional de Intelectuales y una exposición de Arte Perecedero, ambas a celebrar en Cold Comfort Farm, la vieja granja familiar en la que dieciséis años antes pasó ciertas aventuras.
Pero Flora ya es una señora casada y con cinco hijos, como su primo Reuben, que se ha afincado en unos terrenos cercanos, Ticklepenny, y trabaja él solo la tierra “hasta el final”, sin querer pedir ayuda a sus hermanos. Y más que organizar aquel pandemonium, Flora prefiere recorrer las estancias con reflexiones nostálgicas y algunas descripciones delirantes de las enloquecidas actividades de los artistas, científicos y políticos hospedados en la granja. Incluido una especie de gurú al que llaman el Sabio que sólo pide “paz”, convencido de que todo “es una ilusión”, sentado a la sombra de un árbol.
Lo que Flora se propone, al margen del congreso de lunáticos, es que los Starkadder recuperen la granja y que Reuben y sus hermanos vuelvan al lugar de donde nunca debieron salir, porque “siempre hubo un Starkadder en Cold Comfort.” Para lo que Reuben ha de romper su juramento, como en su momento lo hubo de romper la vieja tía Ada antes de irse a Hollywood.
¿Lo conseguirá? En fin, la historia sigue con ecos del pasado, aunque, en mi opinión, sin la fuerza y la originalidad de La hija de Robert Poste. Divertida, pero menos.
Ariodante
FICHA DEL LIBRO