Entrevista a Paco López Mengual – El último barco a América

Paco López Mengual ,( Molina de Segura, 1962) es un escritor murciano nacido en el seno de una familia de comerciantes. Tras concluir su formación universitaria, se decidió a continuar el negocio familiar. Desde hace unos años compagina su profesión de mercero con su pasión por la literatura. Publicó su primera novela en 2005, La memoria del barro. Le siguió El vuelo del mosca (2007) con la Editora Regional de Murcia. Tras ella, la colección de relatos La mansión de los mutantes (2008). Editorial Maeva, reedita El vuelo de mosca bajo el nuevo título de El mapa de un crimen (2009).LEER MÁS



1. Siempre empiezo por lo mismo: si te dedicabas a otras actividades, ¿qué te llevó a la escritura? ¿Cómo te lo planteaste, qué te hizo decidirte?

Soy mercero y novelista; por ese orden. A veces me pregunto por qué escribo, y, la verdad, no lo sé. Hace tan sólo diez años, yo no escribía, ni tampoco tenía intención de hacerlo. Si entonces una vidente me hubiese leído la palma de la mano y vaticinado que hoy estaría contestándote preguntas sobre mi “tercera” novela, no habría podido contener la carcajada… ¡Y mira! Siempre he sido lector y una noche me sorprendí a mi mismo intentado contar en la pantalla del ordenador una de las muchas historias que rondaban por mi cabeza.

En mi pueblo, Molina de Segura, somos diez los novelistas que publicamos nuestras obras en importantes editoriales de rango nacional. Un porcentaje tan elevado que ni siquiera alcanza Madrid o Barcelona. Corre una leyenda, en la que cada vez empezamos a creer más gente, que justifica este hecho. En la Nochebuena de 1858, cayó en nuestro pueblo el mayor meteorito que nunca haya caído en España. Unos científicos se lo llevaron a Madrid y está expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Pues bien, 150 años después, del cráter que provocara el bólido al caer, está emanando una sustancia invisible que, de forma aleatoria, convierte en escritores a vecinos del pueblo. Quizás fue el respirar estos efluvios cósmicos lo que me empujó aquella noche a sentarme frente al ordenador.

2. Aunque no he leído tus anteriores novelas y relatos, parece haber en ti una cierta propensión hacia lo fantástico, hacia lo fabuloso. ¿te sientes más cómodo en lo mágico que en lo real?

¿Qué es lo real y qué, lo mágico? Tengo la sensación de vivir en un mundo extraño donde todo se confunde. Para ver cosas inexplicables, no tengo que ir a Macondo; me basta con abrir la ventana de mi casa y asomarme a la calle. A tres kilómetros de mi pueblo hay un señor que, desde hace años, está pintando una montaña de color azul, para ahuyentar al demonio. Yo vendo a diario escapularios, unos artilugios que se les coloca a los bebés para combatir “el mal de ojo”, una terrible enfermedad para la que no venden medicinas en las farmacias; o velones, cuya llama encendida ayuda a los estudiantes de Bachillerato a aprobar la Física y Química. Tengo vecinos que aún son devotos de San Pascual Bailón, un peculiar santo que les avisará de su propia muerte con unos días de antelación. Yo mismo soy un mercero que, cuando baja la persiana de su tienda, se dedica a contar historias; ¿no suena a cuento? Lo fantástico, lo fabuloso, está entre nosotros, sólo hay que rascar.

3. Tu dedicación a la escritura es relativamente reciente, y, sin embargo has producido casi un libro al año. ¿Cómo te las arreglas? ¿Cuándo escribes?

Es cierto, soy un autor tardío; al contrario que otros escritores, yo no escribía durante la adolescencia. Tengo 48 años y vengo escribiendo desde hace 8 ó 10. Una vocación tardía, pero que se ha convertido en una pasión. Y cuando algo te apasiona, sacas tiempo de donde sea para volcarte en ella. Suelo escribir a mediodía y en los fines de semana. Últimamente, desde que mis novelas están siendo publicadas en editoriales potentes, suelo robar algún día a mi negocio para dedicarlo a escribir. De cualquier forma, un autor no sólo escribe cuando está sentado ante el teclado del ordenador, también lo hace cuando escucha una historia tras el mostrador de su tienda, mientras pasea, lee la prensa, ama o se corta las uñas de los pies.

4. ¿Cuáles son tus santos patrones en literatura? ¿a quién admiras?

El altar donde rezo antes de ponerme a escribir parece el de un torero, está lleno de estampitas. Aunque cada mes, descubro y clavo algún nuevo santo en la pared, allí tengo colgados a muchos clásicos. Camilo José Cela, Delibes, Wenceslao Fernández Flórez, Josep Pla, Hemingway, Gay Talesse, mi amigo Manuel Moyano… Un montón.

5. ¿De qué va, en realidad, tu última novela? Porque mira que resulta difícil de clasificar…

Tengo dos problemas como autor: uno, que mis libros tienen pocas páginas y eso no les gusta a las editoriales –en la librería una novela de 200 páginas vale lo mismo que una de 600-; el otro, que nunca sé a que género adscribirlas. Por ejemplo, El último barco a América, es una historia que transcurre durante la Guerra Civil, pero no es una novela histórica. Tampoco bélica o política. Hay humor, pero no es una comedia; hay muertos vivientes, pero no es una novela de terror. Tiene un fuerte componente fantástico, con toques de novela de aventuras… No sé que clase de novela es. Confieso que yo quería escribir una novela de amor: la fascinación que vive un muchacho de quince años por una mujer madura, lo que ocurre es que se me fue la mano y surgió este híbrido literario.

El último barco a América cuenta la historia de Marcial, un joven pastor que a mediados de la Guerra Civil sueña con emigrar a América la tierra de las oportunidades. Una noche es testigo involuntario del fusilamiento de un grupo de presos y de su enterramiento en una fosa clandestina. A partir de entonces, Marcial asiste a la aparición nocturna de de los espectros de estos hombres. Este hecho, unido al progresivo enamoramiento que sufre por la hermosa viuda de uno de los fusilados le llevará a vivir una serie de aventuras, siempre con una España mísera y violenta como telón de fondo, una España de la que sólo hay una salida: ese último barco que partirá rumbo a América.

6. En esta tu última novela, tratas el tema de la guerra civil de un modo muy alejado del dramatismo, aunque tampoco lo escondes ¿por qué?

Hay quien ha calificado El último barco a América de berlanguiana, y eso me gusta. Me identifico mucho con esa mirada de Berlanga de tratar de manera aparentemente ingenua asuntos verdaderamente serios. A mi no me gustan las historias de buenos y de malos. En la novela no hay ningún personaje que sea mejor por el hecho de pertenecer a un bando determinado. La mirada de Marcial es muy escéptica hacia la guerra y hacia los dos bandos. Es un cabroncete al que le importa un pepino los nacionales y los republicanos.

7. Marcial es un personaje entrañable, en sus conversaciones con sus padres fallecidos, con el perro Fetén, sus fantasías con las mujeres, su miedo al ogro, sus recursos mágicos con el libro de brujería ¿te has inspirado en alguien en concreto o es un personaje simbólico?

Marcial, el protagonista de la novela, al igual que todos mis personajes, es el fruto de la mezcla de mucha gente que conozco, aderezado con mi propia imaginación.

8. ¿Crees que con humor se dicen mejor muchas cosas? ¿Por qué?

Volvemos de nuevo a Berlanga y, también, a Rafael Azcona, Mihura…, a muchos creadores a los que admiro. Presentando a dos entrañables verdugos, Berlanga y Azcona, realizaron una de las más feroces críticas contra la pena de muerte. No sé si lo he logrado, pero los once espectros que vagan por El último barco a América en busca de un entierro digno son una denuncia de los muertos que aún permanecen enterrados en las cunetas de las carreteras de nuestro país.

9. ¿Qué me dices de las mujeres de esta historia? ¿Carmita es la carnalidad, la fertilidad?; y Elisa –vida mía- ¿qué es Elisa? ¿Un ideal, que escapa de nuestro alcance?

Son dos mujeres muy distintas, a las que, también de diferente forma, Marcial ama a lo largo de la novela. Elisa es esa mujer fantástica e inalcanzable, como una de esas estrellas que hoy vemos en televisión. Se ríen de Marcial porque sueña con ella; pero él sabe que hay que soñar con fuerza para alcanzar lo que parece imposible. En El último barco a América hay una lucha continua entre el bando de los realistas y el de los soñadores, el de los sanchos y los quijotes. Marcial sueña todo un mundo a su alrededor para escapar de ese olor a pobreza y guerra que despide la España de la época.

10. ¿Qué significa América en esta historia? ¿Por qué Marcial quiere irse?

América es una metáfora de un mundo mejor. Un lugar, al otro lado del mar, donde abunda la riqueza, las oportunidades de una vida digna. Pobre, huérfano de padres, con un hermano que no le entiende…, a nuestro joven sólo hay algo que lo podría retener en España: la obsesión que mantiene hacia Elisa.

11. ¿Cómo se te ocurrieron esos nombres disparatados: Ojopirri, Fetén, Negrillo, el Kurchú, el capitán Galápago…?

Siempre busco nombres llamativos para mis personajes, nombres que impacten y queden en la memoria del lector. Los personajes de una novela son tan importantes como la propia historia; yo intento mimarlos mucho para que perduren, incluso, mas allá del argumento.

12. ¿Has querido dar unas claves profundas con esta historia o simplemente, contarnos un cuento? ¿Lanzarnos algún mensaje? Porque parece un torrente discurriendo por un lecho poco profundo, pero desemboca en el mar…que es el morir, decía el poeta. Y siempre queda esa corteza del cedro con la inscripción.

Yo no intento cambiar el mundo al escribir una novela. Soy un contador de historias que se limita a narrar una historia de la mejor manera que sabe. Yo sólo expongo situaciones, nunca tomo partido; eso lo dejo para el lector. Pero sí hay un mensaje que sobrevuela sobre esta novela: los muertos que no están bien enterrados continúan incordiando en el mundo de los vivos. Son los fantasmas que siguen merodeando a nuestro alrededor.

Esperamos que tengas mucho éxito y que nos deleites próximamente con otra de tus narraciones.

Ariodante

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