Narra la vida del sindicato de estibadores de Bohegan dirigido con mano casi mafiosa (algunos han querido ver mano estalinista) por Johnny Friendly quien se ve ‘obligado’ a eliminar al molesto Joey Doyle, un chaval que pretende que la organización se ajuste a derecho. Brando interpretaba a Terry Malloy, un ex-boxeador un poco torpe y sonado que indirectamente y sin querer colabora en el asesinato de Joey.
La aparición de la hermana de Joey, Katie, produce en él una profunda transformación moral que lo lleva a arrepentirse de su vida pasada. A través de ella conoce al padre Barry, quien le anima para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe.
Hasta ahí el guión y el largometraje, pero esta novela supone un salto adelante importante sobre su film homónimo. Como explica Schulberg en la introducción del libro: “La diferencia entre los dos géneros es más calidad que cantidad” escribe, “El cine es un arte de puntos culminantes. Tiene que abarcar cinco o seis secuencias, cada una dirigida a un clímax que impulsa la acción al crescendo final. La novela es un arte de momentos medios, altos y bajos. No puede divagar como divaga la vida ni detenerse a contemplar lo accidental o lo inesperado”. Visto así se entiende por que el autor cuenta la historia desde ‘otro punto de vista y con un final distinto’, desarrolla más plenamente figuras secundarias y profundiza en el ‘monologo interior’ de todas ellas.
Con todo eso sobre la mesa debemos referirnos a este título como una obra maestra de Schulberg, un retrato psicológico de los personajes presentados en el film, complementados por toda su experiencia en los puertos y el abundante trato que tuvo con ellos.
“Si una película debe actuar, un libro tiene tiempo para pensar y hacerse preguntas”. Con esta máxima recomendamos este libro.
Marc Canela
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