La relación de Vann con su padre parece haber señalado ese destino, tan tabú en la sociedad actual como proclive al mundo de la literatura, ya que se suicidó tras una negativa a realizarle una visita años ago. Este acontecimiento generó un sentimiento de culpa, de huida en su autor quien prefirió la soledad del mar -es capitán- antes que rendir cuentas a sus fantasmas en tierra. Es así como comenzó a escribir, para exorcizar sus temores, para volver a la vida. Y es así como casi por casualidad ganó un premio y el New York Times le ensalzó a la cúspide de la literatura norteamericana actual. LEER MÁS
Entre el fugaz verano lleno de mosquitos, el frío otoño y el principio del invierno helador Vann traza un drama en tres niveles. Primero el del matrimonio de Irene y Gary, agotado tras más de treinta años de convivencia, en el que cada uno ve su vida en común como una serie de concesiones ilimitadas a su cónyuge. Segundo la relación de la hija de ellos, Rhonda con Jim, su pareja, un taciturno dentista con pocas pretensiones que despierta a los cuarenta tras conocer a Monique, chica de póster que hará que la sangre se le caliente. La tercera vía es la de Carl, el chico con el que Monique ha viajado a Alaska, solo, sin dinero y perdido en tierra extraña. Vann combina estos tres niveles exponencialmente, la trama matrimonial ocupa dos terceras partes de la obra, la de la pareja dos terceras partes del resto, y la del chaval el trocito que falta. Esta focalidad es extraña. La obra se hubiera sostenido igualmente sin las escenas de Carl pero el agobio con el que le presiona el medio natural no estaría desarrollado sin ellas.
Vann consigue demostrar que la vida en Alaska no tiene comparación con las demás vidas occidentales, que aunque parezca que sus habitantes estás acomodados allí la naturaleza les repele, les rechaza y expulsa. El ejemplo de Carl sirve para eso.
El símbolo de la cabaña marca la obra de principio a fin. Gary se ha empeñado en construir una cabaña de palos en la isla Caribou, se imagina pasando el invierno allí mirando por la ventana -una huida semejante a la del autor en su periplo marino- e Irene accede a todos sus deseos sin rechistar intentando que él no la abandone -de nuevo la naturaleza le indica que no sobrevivirá sin él, al menos no allí. El tardío avance de la construcción adentrándose en tiempo frío no perdonará y ambos se envolverán en una tensión agónica por equilibrar sus deseos, sus temores y sobre todo sus fracasos.
Vann construye con cuidado una trama que cierra sin dejar cabos, con un estilo accesible, retratando a la clase media baja de su tierra.
¿Sería tal trama sostenible sin la inhóspita Alaska? ¿Es la naturaleza el atrezzo o es la protagonista? Las mismas preguntas pueden ser aplicables al magnetismo del suicidio. El resultado, con seguridad, lo determinarán sus próximas obras.
Pepe Rodríguez
Título: Caribou island | Autor: David Vann | Editorial: Mondadori |Páginas: 288 | Precio : 21,90€ |