Un tríptico, literariamente deslumbrante, sobre la decadencia y el fin de un país: Infierno, purgatorio, paraíso

Novela sobre el final de un mundo, y de una época, el de la sociedad catalana antes y después de los grandes estropiciosInfierno, Purgatorio, Paraíso propone un viaje, un recorrido peculiar: del futuro al pasado, en tres episodios o partes independientes.

Siguiendo el periplo dantesco, la ascensión comienza con una estancia en el INFIERNO: ambientada en un posible futuro post-procés, dentro de unos años, en esta visión apocalíptica uno de los protagonistas, Jordi Martínez, entra (en un trayecto en taxi) en una dimensión crepuscular donde se parodian a personajes variopintos, como el viejo Clotas (recluido y en lo alto de una especie de Gólgota formado por periódicos) o tres expresidentes de la Generalitat: Capgràs, Puntilla y Gas.

El PURGATORIO transcurre en las fatídicas navidades de 2016, momento en que se cometió un horrendo crimen: el de Victoria Bertran a manos del periodista Alfons Quintà (quien quizá guardara secretos comprometedores sobre el president). Asistimos en primera fila a la investigación de ese asesinato, de la que se encarga el subinspector Carles Blasi, un mosso d’esquadra que «pena» un desastre matrimonial: no pasa sus mejores momentos, y va descubriendo en carne propia el lado oscuro del poder.

El PARAÍSO, situado en julio de 2014, se remonta al día en que Capgràs confesó ser evasor fiscal y poseer en Andorra capital no declarado, y reaparecen unos personajes que no buscan amor pero lo encuentran, y otras figuras que se enfrentan a lo que se fraguó ese año.

Más que una novela sobre el procés, es una novela sobre el poder, sobre la historia, sobre el periodismo, en torno al procés, caracterizado por la infatuación de los impotentes, por una confusión histórica colosal, y por una degradación de las formas más elementales de la decencia periodística. Sí sale Jordi Pujol, un Pujol reinventado, imaginado ya como fetichista, ya como íntimo de Quintà, ya dubitativo, ya cínico.

Cuando los adversarios reventaron, con fines tácticos, los casos de putrefacción que el aparato pujolista generaba a su alrededor, hicieron saltar una espita de seguridad.

Es, pues, una novela sobre el final de todo un mundo, que contempla desde el más desolado de los futuros. Todo ello desde una ficción a veces socarrona, a veces triste, siempre incitante y provocadora: un artefacto literario para salvarse de la ciénaga depresiva (de odio e inmoralidad, de miseria y vulgaridad intelectual) que los últimos años han dejado en Cataluña y aledaños.