«El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.» —Mariano José de Larra
Hoy hace 137 años perdíamos al ingenioso escritor del romanticismo. Aquí te dejamos 30 de sus mejores frases
- ¡En la sociedad siempre triunfa la hipocresía!
- Bienaventurados los que no hablan; porque ellos se entienden.
- Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.
- Bienaventurado todo aquel a quien la mujer dice “no quiero”, porque ese, a lo menos, oye la verdad.
- El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.
- Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
- En punto a amores tengo otra superstición: imagino que la mayor desgracia que a un hombre le puede suceder es que una mujer le diga que le quiere.
- El público siente en masa y reunido de una manera muy distinta que cada uno de sus individuos en particular.
- El sentimiento es un flor delicada, manosearla es marchitarla.
- El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe.
- En este triste país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal, después ya no le dejan hacer zapatos.
- En el matrimonio es preciso contar con cualidades que resistan, que duren, y las grandes pasiones pasan pronto; al paso que una condición apacible en todos tiempos es buena.
- En atención a que no tengo gran memoria, circunstancia que no deja de contribuir a esta especie de felicidad que dentro de mí mismo me he formado…
- Es gloria el rendimiento y no flaqueza y es dichoso el que puede obedeciendo obedecer al menos a una hermosa.
- ¿En dónde ve el pueblo español su principal peligro, el más inminente? En el poder dejado por una tolerancia mal entendida.
- Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
- Hay cosas que no tienen solución, y son las que más.
- Generalmente, se puede asegurar que no hay nada más terrible en la sociedad que el trato de las personas que se sienten con alguna superioridad sobre sus semejantes.
- Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.
- La diferencia que existe entre los necios y los hombres de talento suele ser sólo que los primeros dicen necedades y los segundos las hacen.
- Hay algunos hombres que no dicen lo que piensan y otros que piensan demasiado lo que dicen.
- Las circunstancias… palabras vacías de sentido con que trata el hombre de descargar en seres ideales la responsabilidad de sus desatinos.
- La modestia no es otra cosa que el orgullo vestido de máscara.
- Ley implacable de la naturaleza: o devorar, o ser devorado. Pueblos e individuos, o víctimas o verdugos.
- Los autores han dicho siempre en sus prólogos y se lo han llegado a creer ellos mismos, que escriben para el público; no sería malo que se desengañasen de este error. Los no leídos y los silbados escriben evidentemente para sí; los aplaudidos y celebrados escriben por su interés, alguna vez por su gloria; pero siempre para sí.
- Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazadas de hombres.
- Los amores más duraderos son aquellos en que uno de los dos amantes es extraordinariamente celoso.
- Muchas cosas me admiran en este mundo: esto prueba que mi alma debe pertenecer a la clase vulgar, al justo medio de las almas; sólo a las muy superiores, o a las muy estúpidas, les es dado no admirarse de nada.
- Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Quién ha muerto en él? Leamos. ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!
- ¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee? Esa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más. Terrible y triste cosa me parece escribir lo que no ha de ser leído.