En 1975, los aficionados a los cómics de Marvel recibieron una grata sorpresa en sus puntos de compra habituales: un especial de X-Men, el ya mítico Giant Size X-Men # 1, que cambió a la formación clásica del equipo casi por completo por un puñado de nuevos mutantes procedentes de los más variados rincones del mundo. El número en si mismo, escrito por Len Wein y dibujado por Dave Cockrum, no era ninguna maravilla, pero sentaría las bases de una de las mayores revoluciones de la Casa de las Ideas: los mutantes, que hasta entonces habían sido personajes marginales frente a las grandes estrellas como Los Vengadores o Spiderman, se iban a convertir, de la mano del guionista Chris Claremont, en el titulo estrella de Marvel y en una de las sagas mas duraderas y recordadas de la historia del cómic.
Porque el proyecto de Claremont se alejaba de las fórmulas tradicionales del cómic de superhéroes para transformarse en un poderoso serial en el que se trataban temas de actualidad en el debate político y social, como el racismo o los límites del poder, pero también era un melodrama que iba enganchando mes a mes a miles de lectores. El secreto del éxito del guionista de origen británico fue un plan a largo plazo, que le permitiría ir desvelando poco a poco secretos de los personajes e ir creando situaciones nuevas e intrigas que obligaran a los aficionados a comprar mes a mes su nueva dosis de estos renovados X-Men:
“(…) fue el mayor culebrón publicado por la Casa de las Ideas, lleno de romances agónicos, crisis de autoconfianza, sermones sobre moral, cicatrices psíquicas y sufrimiento.” (Sean Howe, “Marvel Cómics, la historia jamás contada, editorial Panini, pag. 216).
En 1986, con los X-Men consolidados como la gran estrella editorial de Marvel, se decidió publicar una reedición de estos números míticos. Pero, lejos de ser simplemente una nueva publicación del material antiguo, Claremont la concibió como una especie de montaje del director, en el que tendrían cabida páginas inéditas que complementaban el cómic clásico, así como nuevas historias protagonizadas por los mutantes, inscritas en esa misma época, pero dotadas de un ambiente más íntimo, situadas frecuentemente en los breves momentos de calma entre misión y misión. En ellas los personajes reflexionan acerca de lo que significa ser mutante, sobre el aislamiento al que los tiene sometidos el profesor Xavier y establecen relaciones entre ellos, potenciando su ideal de grupo unido y a la vez se hacen conscientes de lo diferentes (aunque ellos se sientan emocionalmente iguales) que son al resto de una Humanidad que los teme y los odia.
Las historias de complemento estaban dibujadas por un John Bolton en estado de gracia, un artista que es capaz de poner énfasis en las expresiones faciales de los personajes, algo que interesaba mucho a un Claremont especialmente interesado en mostrar el mundo emocional de los mutantes. Las portadas estaban a cargo de Arthur Adams, un dibujante muy detallista que trabajó en números tan memorables como los Anuales de X-Men y The News Mutants en Asgard. Así, en el primer número, podemos asomarnos a la primera noche que los nuevos X-Men pasan en la mansión, provocando un conflicto entre lo antiguo y lo nuevo y echando un primer vistazo al carácter de Lobezno, la estrella canadiense de este equipo, que no se corta un pelo a la hora de tirarle los tejos a una Jean Grey décadas más joven que el propio Logan. También se nos muestra a un Charles Xavier que, a pesar de declararse siempre a favor de salvaguardar la intimidad de sus alumnos, no parece tener muchos problemas a la hora de realizar exploraciones psíquicas por toda la mansión para saber qué están haciendo sus pupilos e incluso enterarse de algunos de sus planes para el futuro inmediato.
Pero hay una historia que destaca sobre todas las demás, por el amor que destila sobre el personaje de Jean Grey, hasta entonces el miembro más débil e inocente de los X-Men, que se iba a convertir en una fuerza incomprensible que acabaría provocando un genocidio a nivel intergaláctico. En Una historia de amor, encontramos a Jean simplemente preparándose para una cita con Scott Summers, su amor de siempre. Es una narración muda, de gran simplicidad, pero que el lector va a leer con el corazón en un puño, sabiendo a priori las tragedias que va a deparar el futuro inmediato en esta pareja que tiene imposible el sencillo anhelo de vivir su amor en paz.
Classic X-Men también desarrolla aspectos de otros mutantes, como los miedos de Rondador Nocturno a la hora de enfrentarse a las relaciones con el resto del mundo, debido a su aspecto y su amistad con un Lobezno que le anima a ser más valiente. También están la nobleza y la humildad de Peter Rasputin, la mente atormentada de un Cíclope que se siente eternamente solo, la adaptación de Tormenta a la vida en la Gran Manzana o incluso las motivaciones del mayor enemigo de la Patrulla-X, Magneto. En este sentido, el tomo de Panini resulta un perfecto complemento al tomo Omnigold Segunda Génesis, e incluso al magnifico trabajo de Ed Piskor, publicado hace unos meses, que reinterpreta de manera muy personal esta etapa. El volumen se complementa con una galería de portadas que ponen la guinda a una edición perfecta. Pura nostalgia mutante.