Emma Cruz es una profesora que se traslada al pueblo de Merlo para impartir clases de Derecho Penal en la Universidad, sin saber que ese lugar está marcado por la desgracia. Se cumplen veinticinco años de la misteriosa desaparición de las hermanas Giraud, dos niñas de 6 y 13 años a las que parece habérselas tragado la tierra. Sus padres se niegan a irse del pueblo, continúan esperando a que vuelvan a casa el día menos pensado.
Emma inicia por su cuenta una investigación y enseguida descubrirá que en Merlo todo el mundo guarda un secreto. Sus pesquisas le traen serios problemas en la Universidad. Gracias a su investigación el lector descubrirá cosas que quizás sería mejor mantener enterradas. Hechos sobrecogedores que conectan con la realidad de una forma estremecedora: pederastia, violaciones, abusos de poder, corrupción… Una historia en la que, a cada paso que dan los personajes, el lector se va impregnando de sus propios demonios.
PERSONAJES
Emma Cruz
La vida de Emma está marcada por un trauma: siendo adolescente presenció el atropello mortal de su hermana pequeña y esa imagen la persigue. Ella nació en un lugar muy parecido a Merlo, una auténtica atalaya verde con el monte dominando el paisaje. La fuerza de la naturaleza es tan grande que casi se puede masticar. Comprende a la perfección lo que significa una infancia en un sitio así. Criarse con esa clase de libertad, poderosa como una bola de luz entre las manos, le parece algo casi anacrónico, pero también fascinante.
Está atravesando un momento personal difícil: acaba de terminar una relación de pareja de varios años. Una relación marcada por sus infidelidades con Mario, un amigo de la universidad, casado y con dos hijas. Esa es una de las razones por las que se traslada a Merlo: quiere alejarse de todo aquello que considera tóxico y empezar de nuevo. Pero su inestabilidad emocional por momentos la hace tambalear.
Emma Cruz es obstinada, inteligente y visceral, aunque quizás no sea ese el orden correcto. No es una profesora de Derecho al uso. Si algo la estimula es el reto de motivar a los demás. Es una inconformista y se niega a acomodarse en un sillón de un despacho o en una vida donde cada día es igual que el anterior. Quiere quitarse de encima todo aquello que la hace sufrir, pero “en su propio subsuelo, a poco que escarba aparecen hojas muertas, un cadáver desmembrado levitando sobre un coche y una escolopendra”.
La investigación alrededor de la desaparición de las hermanas Giraud y, sobre todo, el hecho de conocer a Lucas, van a cambiar su vida radicalmente y sacudirla de arriba abajo sin contemplaciones. Pero quizás no está preparada para aquello que está a punto de suceder.
Lucas
Lucas piensa con frecuencia que no está hecho para relacionarse con la gente. Prefiere mantenerse al margen de todo, aun siendo consciente de que es una especie de elección forzosa. Había asumido la soledad como el estilo de vida más cómodo. No es alcohólico, aunque podría llegar a serlo. Tiene otros refugios. Como la música, la poesía o la marihuana. Jamás se separa de Cloe, su dóberman. Ella mitiga su soledad y al tiempo hace de perro guía. Lucas perdió un ojo hace veinticinco años. La versión oficial es que unos atracadores le clavaron un destornillador. Pero eso no fue más que una falsa trama armada sobre la marcha, la noche que lo cambió todo para siempre.
A Lucas no le resulta fácil convivir con el secreto que lleva veinticinco años guardando. Él sabe lo que les sucedió a las hermanas Giraud porque estuvo presente aquella fatídica noche. Lo sabe él y lo saben Rubén, Noel y Salva. Hay días que cree que no va a poder seguir soportando el silencio. Eso cambia cuando conoce a Emma. Porque por fin acababa de entrar en su vida alguien que lo hacía sentir vivo. Ella percibía ese halo de tristeza que lo envolvía. Sentía el impulso de ir recogiendo sus trocitos y hacer formas de estrellas y lunas para meterlas en una caja donde resguardarse del frío interior. Transformar aquella nostalgia permanente en luz. Así era la relación entre ambos.
Salva
Una de las pocas cosas que le proporciona placer a Salva es el dolor. Tiene las manos llenas de cicatrices, algunas blancas y otras de color rosado. Su cuerpo es un mapa. No recuerda cuánto tiempo lleva haciendo aquello. Tal vez desde los diez u once años. Cuando empezó a autolesionarse, no era más que un chiquillo pidiendo auxilio. Su madre lo descubrió porque encontró sus sábanas manchadas de sangre. Empezó a abrir los cajones de su cuarto y encontró el cristal que Salva utilizaba para hacerse las heridas. Ahí había empezado su peregrinación por psicólogos y psiquiatras. La última le había aconsejado que practicase papiroflexia, para liberar tensión. Al principio le pareció una tontería. Pero ahora era capaz de hacer prácticamente cualquier forma: elefantes, flores, pájaros, peces… Pero ni siquiera eso le hace olvidar el infierno que vivió cuando era un niño. Cuando te violan con ocho años, lo único que importa son los recuerdos que se graban a fuego y te destruyen por dentro poco a poco, hasta convertirte en una tundra donde sopla ese viento glacial que nunca, jamás, cesa.
Noel
Noel duda a menudo de sí mismo. Los abusos que sufrió de niño, junto a Salva, lo llevaron a cuestionarse su propia sexualidad en numerosas ocasiones. Acaba de empezar una relación con David, pero su empeño en mantenerla en secreto la hace peligrar. A lo que no está dispuesto es a seguir callando lo que sucedió durante años en el cuarto secreto de la sacristía. La Corte Suprema de Pensilvania reveló que más de 300 sacerdotes abusaron de menores. Más de 1000 víctimas. Siente que algo importante ha empezado y considera que él y Salva deben contribuir a ese movimiento. Denunciar a Don Vicente y al resto de los curas que colaboraron en aquella barbaridad. Hacerlo público y evitar que otros niños pasen por lo mismo. Esa fuerza es la que lo ayuda a levantarse cada día y a enfrentarse al terrible hecho de que en su día fueron víctimas, pero luego se convirtieron en monstruos. Y no pueden huir ni de una cosa ni de la otra.
Rubén
Agresivo, intolerante y desconfiado, Rubén pertenece al cuerpo de la Policía Local de Merlo y es hijo del comisario. Para él no existe sensación comparable a la de llevar encima una pistola. Saber que en algún momento se va a dar la situación de encañonar a algún malnacido. Lamenta no tener estudios superiores. Eso le impide ascender en la escala del cuerpo. Pero lo lamenta por su padre más que por sí mismo. Siente que lo ha decepcionado. No solo con eso. Fue peor en aquella otra ocasión, hace veinticinco años, cuando mataron a Sofía. Se había vuelto más duro desde aquel suceso. Era algo casi físico, como si le creciese una postilla sobre la piel. Un hombre debe asumir las consecuencias de sus actos con dignidad. Y vivir, por encima de todo. A pesar de los fantasmas. |
1 comentario en «Ledicia Costas revoluciona las letras gallegas con INFAMIA, su primera novela de adultos. Ahora, por fin en castellano.»
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