“Rover miró fijamente el blanco suelo de hormigón de aquella celda rectangular de once metros cuadrados. Mordió con fuerza presionando sobre el diente de oro que sobresalía ligeramente en la mandíbula inferior. Había llegado a la parte difícil de la confesión”.
Nesbo suelta a su archiconocido Harry para dar a sus lectores un volumen independiente. Se agradece. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El heredero.
Sonny Lofthus era feliz hasta que su padre, un admirado policía, se suicida dejando una nota en la que reconoce ser quien pasaba información al principal líder del crimen en Oslo. Para cuando nosotros conocemos a Sonny, han pasado doce años y está en prisión, allí vive con una adicción alimentada por el capellán y una fama sanadora entre sus compañeros. Sin embargo, toda su vida cambia de nuevo cuando un compañero de prisión relata su historia y descubre que quizás la muerte del padre de Sonny no fuera más que una puesta en escena para ocultar algo más.
Así descubrimos a Sonny, en el momento en el que decide que quiere saber qué sucedió realmente con su padre, y este es el punto en el que Nesbo dispara su novela. Sonny luchará por su memoria buscando demostrar que no solo su padre no era el topo, sino que éste sigue en las calles de Oslo y quizás sea uno de los compañeros inseparables de él. Como siempre, Nesbo busca acción, por lo que el capellán aparece muerto, se involucra la policía y nos presenta así a Kefas y también a los malos malísimos de la novela. Y orquesta una novela que tiene todos los ingredientes básicos, desde el policía dicto de incuestionables habilidades, hasta el superior patán, pasando por el gran cerebro criminal. No hay un cliché que se le escape y tampoco un capítulo que no destile violencia. Y no lo oculta, es su sello. Ya lo presenta en la terrible escena protagonizada por una joven y un perro que relata uno de los presos en las primeras páginas. Estás leyendo a Nesbo y tal vez tu estómago no esté preparado, parece decir. Así que los fans de la pluma del autor deberían de estar satisfechos. Sin embargo y esta vez me he tropezado con un problema y es que, como comentaba antes, no le falta ni uno solo de los ingredientes típicos o tópicos del género, del funcionario malo al prisionero lector, Nesbo ha conseguido que quepan en las aproximadamente 520 páginas de esta novela y eso, unido a los giros, acaba afectando a la credibilidad de la historia. Una historia concebida como un uro entretenimiento y cuyos derechos ya han sido adquiridos para ser llevada a la gran pantalla. Bien, si digo la verdad, no me sorprende, promete mucha acción y no dejar un respiro al espectador, sin embargo el lector acaba con la sensación de exceso de interés en ser eso que ahora llaman trepidante y hubiera agradecido un pequeño recorte en la extensión de la novela. Quizás por eso he sido más escueta de lo habitual, pero era eso o enredarme a contar cada detalle, así que lo prefiero resumir en que no hay un inmundicia de los bajos fondos que no aparezca, ni una opción que no se baraje en este mundo marcado por la maldad. Y frente a ellos, el heredero.
El heredero es una novela entretenida concebida para leer sin pensar y tampoco hacerse demasiadas preguntas.