Imaginarias Memorias de un imaginario escritor y poeta, Alfonso Linares, a caballo entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX, esta novela nos sitúa en la época del Modernismo, y a través de las andanzas, venturas y más bien desventuras del protagonista, desfilan por estas páginas personajes destacados de la literatura, tanto de fin de siglo como de la generación del 27, entremezclados con toda una serie de personajes menores y de ficción, recreando el mundillo literario del Madrid fin y principio de siglo, homenajeando a Baroja, a Cansinos Asséns o a César González Ruano, entre otros, además de proporcionar una visión con tintes agridulces de cómo las cosas no han cambiado tanto, en cuanto al mundo cultural, se refiere también a la política y sociedad de la época.
Escapado de la casa familiar por un asunto de honor, Alfonso Linares marcha muy joven a Madrid, y vive situaciones de miseria y desarraigo, hasta que la suerte le va cambiando y puede trabajar en un periódico, con la ayuda de algún buen amigo. A lo largo de los años, el protagonista solo publicará un libro, aunque en realidad sean dos los que salen de su mano; mas este segundo y al parecer, mucho más logrado libro, no podrá publicarlo con su nombre. Muestra con ello al lector las angustias y dudas que sufre el escritor, ante la imposibilidad de triunfar con su propio nombre, mientras que otro, usando su texto pero desde una alta posición de poder y relaciones sociales, pasea su obra por el mundo haciéndose pasar por literato.
Las tribulaciones a que se ve sometido el protagonista, principalmente económicas, pero también amorosas, superan con creces a los breves y raros momentos de felicidad y de estabilidad económica.
El periodismo le mantiene durante algunas épocas de su vida, y sigue en relación con los escritores destacados del momento, acudiendo asiduamente a las tertulias literarias. De ese modo, el autor hace una pequeña historia literaria, y también política, desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la guerra civil, siempre teñida de un color doliente, triste y apesadumbrado, solo animoso en los breves lapsos en los que abre su puerta al amor. Esos lapsos son de gran intensidad para el protagonista, que los goza con una profundidad y emoción tal que su recuerdo le mantendrá vivo cuando ya se creía morir. Hacia el final de sus días encuentra una paz y desahogo económico de un modo casual, cuando ya se creía perdido para el amor. Aun así, tampoco será duradero.
Esta es, pues, una historia amarga; por la vida que presenta, y por las reflexiones que el autor hace por boca de su protagonista. El relativo valor de la literatura y el arte que la sociedad confiere a las obras , depende más, a decir del autor, de factores extraliterarios que rodean la obra en sí. Factores como el estatus socioeconómico, las posibilidades para publicitar una obra, la influencia social del autor y sus relaciones, todo ello cuenta más que la obra misma. Esta situación podríamos trasladarla a la actualidad, añadiéndoles factores nuevos, como la masificación de publicaciones, la crisis editorial y librera, el fenómeno internet y redes sociales, etc. …y no variaría en lo fundamental.
Fernando de Villena usa ese distanciamiento –situando al protagonista en épocas pasadas aunque cercanas- para contar esta historia y a la vez dar cuenta de este hecho. La novela, pues, está muy bien escrita, como es habitual en este autor, aunque se desprende de ella un halo de desasosiego y pesimismo, si bien la historia de amor que contiene es delicada y bella.
Fernando de Villena (Granada, 1956) ha publicado veintidós libros de narrativa con títulos como: Relox de peregrinos, La casa del indiano, El hombre que delató a Lorca, Sueño y destino, Iguazú, El testigo de los tiempos, Udaipur, Mundos cruzados, Valparaíso. El secreto del Sacromonte, Los conciertos y El rostro de San Juan. Como poeta ha desarrollado una extensa producción agrupada en los volúmenes Poesía 1980-1990, Poesía 1990-2000, Los siete libros del Mediterráneo (2009) y Los colores del mundo (penúltimos libros de poesía) (2014). Profesor de Literatura, ha dedicado también algunas obras al estudio de la producción literaria en los siglos de Oro y en el siglo XX y ha escrito ensayos como el titulado 127 libros para una vida. Pertenece a la Academia de Buenas Letras de Granada, a la Academia Hispanoamericana de las Buenas Letras y al Instituto Patafísico Granatense.
Por Fuensanta Niñirola